Israel no disimula su brutalidad ni con extranjeros en misión humanitaria
A través de navegantes de Sumud, 46 naciones sienten en carne propia un poco de la violencia sionista, que entra al debate público como nunca antes
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Contenido:
* Israel ignora cese al bombardeo anunciado por Trump
* Avanza hacia Gaza otra flotilla humanitaria
Artículo principal:
Israel no disimula su brutalidad ni con extranjeros en misión humanitaria
Israel ignora cese al bombardeo anunciado por Trump
El ultimátum que Donald Trump llama “plan de paz”, uno de cuyos objetivos es contener la creciente ola de indignación global, fue parcialmente aceptado por Hamás, tras lo que el presidente de EEUU exigió a Israel el cese inmediato de los bombardeos.
Pese a que esto ocurrió el 3 de octubre, Israel continúa su ofensiva militar tres días después, como se observa en estas imágenes de hoy, lunes.
Avanza hacia Gaza otra flotilla humanitaria
La Thousand Madleens to Gaza x Freedom Flotilla, que zarpó el 27 de septiembre de Italia, sigue navegando el Mediterráneo y debería llegar a la zona de riesgo alrededor del marte. está en camino y deberá aproximarse a Gaza en pocos días.
Acaban de anunciar que, con la incorporación del buque "Conscience, el grupo de nueve embarcaciones está completo.
Sigue su transmisión en vivo aquí:
Puedes seguir su navegación aquí.
Artículo principal
Israel no disimula su brutalidad ni con extranjeros en misión humanitaria
Por Témoris Grecko
Israel acaba de anunciar que hoy lunes deportó a 171 navegantes de la Flotilla Global Sumud, con ciudadanías de Grecia, Italia, Francia, Irlanda, Suecia, Polonia, Alemania, Bulgaria, Lituania, Austria, Luxemburgo, Finlandia, Dinamarca, Eslovaquia, Suiza, Noruega, Reino Unido, Serbia y Estados Unidos. Esto sigue a la expulsión, el sábado, de 137, de Estados Unidos, Italia, Reino Unido, Jordania, Kuwait, Libia, Argelia, Mauritania, Malasia, Bahréin, Marruecos, Suiza, Túnez y Turquía; así como a la del domingo de 29, de España, Portugal y los Países Bajos, para sumar un total de 337.
Faltan 125, incluida la totalidad de las personas de América Latina, región que ha sido excluida de estas liberaciones: 14 de Brasil, 6 de México, 3 de Argentina, 2 de Colombia y 2 de Uruguay.
Aunque la página del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel insiste en asegurar que los secuestrados por sus fuerzas armadas reciben el mejor de los tratos, sus esfuerzos son débiles y vanos ante los cientos de testimonios de gente que regresa a sus países a contar los abusos que sufrieron.
El propio ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, que tiene bajo su autoridad el Servicio de Prisiones de Israel y por lo tanto, dispuso qué hacer con los capturados, desmintió a Exteriores al presumir que les dan trato de “terroristas” y fue personalmente a asegurarse de que así fuera, haciéndose grabar en video mientras los insultaba,
En realidad, Israel no se preocupó por disimular su verdadera cara autoritaria y vengativa al abusar de gente que no levantó armas en su contra ni lastimó a sus soldados, sino que intentó llevar alimentos y medicamentos a una población que muere de hambre.
De esa forma, renunció a intentar neutralizar otro de los logros de esta Flotilla: al vejar a 462 ciudadanos de 46 países, se aseguró de convertir su violencia contra el pueblo palestino en un asunto de debate público en esas 46 naciones, cuyas sociedades podrán comprobar directamente, a través de sus compatriotas, cuál es la naturaleza opresiva y brutal de Israel.
“Me enorgullece que los tratamos como terroristas”: ministro de Seguridad
Esta es la recepción que tuvo en España el grupo que llegó el domingo:
En paralelo, el Ministerio de Exteriores de Israel intentaba desmentir las denuncias de “tortura” contra Greta Thunberg:.
“Las acusaciones sobre el maltrato a Greta Thunberg y otros detenidos de la flotilla Hamás-Sumud son mentiras descaradas. Se respetan plenamente todos los derechos legales de los detenidos. Curiosamente, la propia Greta y otros detenidos se negaron a acelerar su deportación e insistieron en prolongar su estancia bajo custodia. Greta tampoco se quejó ante las autoridades israelíes de ninguna de estas acusaciones ridículas y sin fundamento, porque nunca ocurrieron”.
Pero de inmediato, el ministro de Seguridad desmintió a Exteriores, como reportó el portal israelí The Cradle:
“Minutos después de que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel negara las acusaciones de que Greta Thunberg fue maltratada, el ministro de Seguridad Nacional de Israel, Ben Gvir, dijo:
Me enorgullece que los activistas de la flotilla sean tratados como terroristas. Esta es mi política. Estoy orgulloso del personal penitenciario que actuó conforme a la política establecida por el Comisionado Kobi Yaakobi y por mí. Estuve en sus barcos; no vi ayuda ni humanidad. Visité la prisión de Ktzi’ot y me enorgulleció que tratáramos a los activistas de la flotilla como simpatizantes del terrorismo. Cualquiera que apoye el terrorismo es un terrorista y merece las mismas condiciones que se aplican a los terroristas”.
Pese a lo cual, todavía hoy, lunes, al anunciar la liberación de Greta y 170 personas más, Exteriores se aferró a su versión:
“Las mentiras que están difundiendo son parte de su campaña de noticias falsas planificada previamente. El único incidente violento se produjo cuando una provocadora de Hamás-Sumud mordió a una integrante del personal médico de la prisión de Ketsiyot. No creas las noticias falsas que están difundiendo”.
La referencia a la “provocadora de Hamás-Sumud”, genera preocupaciones de que una navegante española podría haber sufrido o padecido violencias mayores que las ejercidas contra sus demás compañeras.
El domingo, Exteriores publicó este tweet:
“Una ciudadana española, participante en la provocación de Hamás-Sumud, mordió a una empleada médica esta tarde en la prisión de Ketziot después de que la empleada la escoltara de regreso de un examen médico de rutina como parte de los preparativos para su deportación prevista para mañana. El miembro del personal médico sufrió heridas leves y recibió tratamiento local. La policía de Israel fue llamada al lugar para encargarse del atacante”.
Todavía no se informa si la mujer en cuestión efectivamente es parte del grupo que acaba de ser liberado. Pero al señalarla como parte de Hamás muestra le determinación de seguir mintiendo para criminalizar a las víctimas, como es práctica cotidiana de las autoridades israelíes.
¿Acusarla de haber mordido a alguien pretende justificar daños graves infligidos en ella?
Los testimonios de los llegados el domingo son impactantes, como los del periodista Juan Bordera y el politólogo Néstor Prieto, amenazados de muerte, golpeados, privados de agua, comida, sueño, medicina, asistencia médica y jurídica...
Margaret Pacetta, de 70 años y originaria de Glasgow, Escocia, denuncia:
Esa prisión era horrible. Ni comida ni agua. Con la pierna rota, la chica (israelí) me dijo: "‘Ah, ¿qué te pasó en la pierna?’. Le dije: ´Está rota’. Me cerró la puerta de golpe contra ella y dijo: ‘Oh, lo siento’”.
El periodista Carlos Barrón fue a realizar la cobertura para el diario El País. De cualquier forma, fue acusado de terrorista, violando las garantías que le concede la Convención de Ginebra y el derecho a la información.
Este es el testimonio del periodista italiano Lorenzo D’Agostino, que navegaba en el barco Hio con el documentalista mexicano Carlos Pérez Osorio:
Nos interceptaron a la 1:58 a. m. del jueves. En mi barco, el Hio, parte de la misión de la Flotilla Global Sumud, cinco soldados israelíes abordaron apuntándonos con rifles y láseres. Exactamente un mes después de nuestra salida de Barcelona. A bordo, los soldados nos permitieron ir al baño, comer, beber y fumar. Luego redirigieron el barco hacia el puerto de Ashdod. Permanecimos amarrados un par de horas.
Antes de dejarnos desembarcar, un soldado quiso hablar con nuestro capitán: «Amigo, amigo, escúchame, te va a gustar esto: cuando los enanos proyectan sombras largas, significa que el sol está bajo». Eso fue lo último que dijo.
Al desembarcar, alguien de las otras embarcaciones gritó: «La policía será peor».
En cuanto pisé tierra, un agente me agarró el brazo, torciéndolo tras la espalda para causarme el máximo dolor. Nos hicieron sentar en el suelo, en una explanada de hormigón. Greta Thunberg estaba envuelta en la bandera israelí como un trofeo de guerra. La sentaron en un rincón; los agentes la rodearon, tomándose selfis. Luego atacaron a otra chica, Hanan, y la obligaron a sentarse frente a la bandera para que tuviera que mirarla. Patearon a la gente, nos ordenaron agachar la cabeza y mirar al suelo; cualquiera que levantara la vista era obligado a arrodillarse. Un activista mayor se orinó encima. Arrancaron todo lo relacionado con Palestina, lo tiraron al suelo y lo pisotearon. Les arrancaron las pulseras de las muñecas a todos; a una chica la arrastraron porque la suya no se rompía. Ni siquiera era la bandera palestina, era somalí.
Nos quedamos en el asfalto durante horas. Nos pidieron pasaportes italianos y nos llevaron al control de inmigración. Allí abrieron nuestras maletas: todo lo relacionado con Palestina lo tiraron a la basura. Cuando encontraron una copia del Corán en mi maleta, se pusieron furiosos, convencidos de que era musulmán. Durante dos horas, todos los agentes que pasaban se burlaban de mí. En mi neceser encontraron toallitas húmedas rosas y se rieron, diciendo “eres mujer”.
Se dieron palmadas en la espalda, divertidos. Después del control fronterizo, nos obligaron a quedarnos en ropa interior. Pasamos dos interrogatorios, solo uno con un abogado presente. Nos preguntaron si queríamos ser deportados.
Entonces llegó el anuncio: íbamos a la cárcel. Fue entonces cuando llegó Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional de Israel. Vino a Ashdod para asegurarse de que nos trataran como terroristas. Nos gritó que éramos terroristas. Justo delante de él, la policía quiso demostrar que trabajaba muy bien: nos vendaron los ojos y nos apretaron las muñecas con esposas de plástico hasta que nos hirieron la piel.
Nos subieron a un vehículo blindado, vestidos solo con camisas ligeras. El aire acondicionado estaba a tope; hacía un frío glacial. Un chico escocés logró soltarse las esposas y, con la ayuda de un italiano llamado Marco, liberó a los demás. Cuando vimos a los demás bajar, tenían las manos moradas. Algunos llevaban atados desde la interceptación, viajando a prisión con las manos atadas desde las 2 de la madrugada hasta las 4 de la tarde.
La primera noche no nos dejaron dormir: nos despertaban constantemente, nos obligaban a estar de pie o ponían los altavoces a todo volumen. La segunda noche, nos cambiaron de celda. No había agua embotellada, solo agua caliente del grifo.
En la segunda celda, conmigo, estaba un ex viceministro de Asuntos Exteriores turco de Ahmet Davutoglu. Tenía el brazo roto e hinchado; se lo vendó él mismo y se negaron a brindarle atención médica. No había medicamentos para nadie, ni siquiera para un preso epiléptico.
Protestamos hasta que llegó la asistencia consular. El cónsul italiano nos preguntó si habíamos sufrido abusos y dijo que si firmábamos los documentos de deportación, nos enviarían a casa al día siguiente. Muchos accedieron a firmar, pero no sé qué pasó con los que no lo hicieron: quince italianos siguen encarcelados. Firmé: era un documento en el que renunciaba a juicio y aceptaba la deportación en 72 horas. Sin admisión de culpabilidad.
Realizaron nuevos interrogatorios. Un juez hizo preguntas sin la presencia de un abogado. Solicitamos uno, pero dijeron que no era necesario, “solo una charla”. Guardamos silencio. Solo dije que era periodista y que no respondería sin apoyo legal o consular. Me preguntaron por qué quería ir a Gaza, si no sabía que había un bloqueo. A otros les hicieron preguntas más “políticas”, sobre la Hermandad Musulmana.
Esa noche, los guardias fueron aún más violentos. El cónsul acababa de irse, tras haber recogido más firmas de deportación, cuando irrumpieron las fuerzas especiales. Irrumpieron en las celdas, nos apuntaron con rifles con miras láser y pasaron lista. En algunas celdas, soltaron perros. En una, encontraron la palabra “Palestina” escrita con grumos de pimienta y agua. Para borrarla, vertieron cloro en el suelo; los presos dormían en colchones empapados con eso.
Esa noche, como castigo, saturaron las celdas: de 10 a 15 personas, no dejaron espacio para acostarse. Paramos los colchones para poder descansar nuestras cabezas. En mi celda estaban Maso Notarianni y un concejal del Partido Democrático de Lombardía councilor, Paolo Romano.
Tenía la sensación de estar en un lugar verdaderamente bárbaro y esperaba que esta barbarie terminara pronto. Ayer por la mañana, muy temprano, nos despertaron y nos subieron al mismo vehículo blindado. Pensamos que íbamos al aeropuerto, pero miramos por las rendijas, temiendo que nos llevaran a otro centro de detención.
El viaje duró tres horas, con un calor insoportable. Pedimos agua; nos dijeron que ya casi habíamos llegado. En el aeropuerto de Eilat, nos subieron a un avión con destino a Estambul. Allí nos recibieron con vítores, propaganda al estilo de Erdogan. Un parlamentario de su partido repartió ropa, zapatos y kefiyehs nuevos. Esa noche embarcamos en el último vuelo a Roma.
Delegación mexicana: ¿Todos se encuentran bien?
En México, familiares y asesores legales de Arlín Medrano, Carlos Pérez Osorio, Diego Vázquez, Ernesto Ledesma, Laura Vélez y Sol González han sostenido varias reuniones en la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Preocupa, en particular, el caso de Arlín, a quien al menos hasta el domingo por la noche no le habían permitido recibir un medicamento que necesita y que le trata de hacer llegar al embajada mexicana.
Aunque la SRE ha informado en dos tweets que el embajador “se entrevistó con los seis”, “se mantiene en contacto” y “todos se encuentran bien”, los crudos testimonios de los liberados generan dudas sobre su situación.
Conoce más sobre ellas y ellos en este texto, que publicamos el sábado.
Huelga de hambre
El domingo, se anunció que al menos 42 navegantes de la Flotilla se habían puesto en huelga de hambre colectiva en la cárcel israelí, pues se niegan “a ser alimentados por la misma entidad que lleva a cabo una campaña genocida de hambre contra millones de palestinos en Gaza”.
Esta es una lista de huelguistas que parece todavía incompleta. No se sabe quiénes de ellos fueron deportados hoy.
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