La guerra de Israel contra la agencia de refugiados de la ONU
La despojan de financiamiento cuando Gaza entra en catástrofe alimentaria / El objetivo explícito es destruirla / Para justificarse, EU y aliados la vinculan con Hamás
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) tiene 30 mil empleados, de los que 13 mil están en Gaza. Israel asegura que, durante severos interrogatorios, logró hacer que algunos de sus prisioneros confesaran que 12 trabajadores del organismo son miembros de Hamás.
La UNRWA reaccionó de inmediato despidiendo a nueve de los señalados, aún sin haber comprobado la acusación israelí (la Autoridad Nacional Palestina dice que los cargos son una fabricación y un “ataque político premeditado” contra la Agencia). Pero no fue suficiente: Estados Unidos, Alemania, Japón, Francia, Suiza, Canadá, Países Bajos, Gran Bretaña, Italia, Australia, Austria y Finlandia, anunciaron la cancelación del financiamiento que le daban a la UNRWA, que carece de presupuesto propio y depende de las aportaciones internacionales.
Estados Unidos y Alemania proveen la mayor parte de la financiación (los países con barras más oscuras son los que dejan de contribuir).
Sin esos recursos, la UNRWA quedará incapacitada en febrero para cumplir sus tareas. Más de 5 millones 900 mil personas, de las que 2 millones están encerradas en Gaza, viven de los alimentos y servicios como educación y sanidad que provee la UNRWA.
Esto ocurre justo cuando se ha advertido que, hacia el 7 de febrero, en medio del colapso total del sistema de salud, 500 mil personas estarán ya en situación de catástrofe alimentaria, y el resto de la población, en crisis, según de acuerdo con la clasificación internacional de inseguridad alimentaria, como reporté aquí.
Israel ya ha matado a más de 150 trabajadores de la agencia, que se encuentran entre los héroes anónimos de Gaza. La ONU ha dicho que nunca en su historia había sufrido tal pérdida de vidas. Además, han atacado 180 instalaciones de la UNRWA, incluidas escuelas habilitadas como albergues para desplazados.
El hecho de que los países que cortan el financiamiento hayan dado a conocer su decisión el mismo día en que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) aceptó que hay evidencias suficientes para juzgar a Israel por genocidio, se interpretó como una grave represalia contra el tribunal y contra la ONU, cuyo secretario general, António Guterres, ha tomado un papel de conciencia crítica que avergüenza a los gobiernos occidentales por su complicidad con las atrocidades que comete Israel. El primer ministro Netanyahu ya lo ha convertido en objetivo de una campaña de acoso y derribo en la que describen a Guterres como “peligro para la paz mundial”.
Como tuiteó Michael Bueckert, vicepresidente del grupo Canadiense por la Justicia y la Paz en Medio Oriente: “Imposible no ver esto como un acto coordinado de venganza contra los palestinos y la ONU por la decisión de la CIJ. El mismo día en que la CIJ determina que los palestinos tienen derecho a ser protegidos del genocidio, Occidente se confabula para matar de hambre a sus víctimas. Depravación en exhibición”.
Que no les permitan nacer
Sin embargo, la guerra de Israel contra la UNRWA ya es vieja y se debe a principalmente dos temas que molestan a Israel.
Uno es que hace posible la sobrevivencia de gran parte de la población palestina.
A principios de enero, en una reunión del subcomité de Política Exterior y Diplomacia Pública del Knesset (parlamento israelí), los oradores se manifestaron abiertamente por acabar con la agencia.
Noga Arbel, exfuncionaria del Ministerio de Asuntos Exteriores y representante del Foro Kohelet, sostuvo que “el sistema educativo palestino [que depende de la UNRWA] es la amenaza de seguridad más severa para Israel” y que “será imposible ganar la guerra si no destruimos la UNRWA, y esa destrucción debe empezar inmediatamente” porque “si no, perderemos la ventana de oportunidad”. La UNRWA, dijo, permite “que más y más terroristas puedan nacer”.
El segundo tema es que la existencia de la UNRWA mantiene vigente el estatus de refugiados de millones de palestinos, que por lo tanto, de acuerdo con la ley internacional y a las resolución 194 del Consejo de Seguridad de la ONU, tienen el derecho de retorno a los hogares de donde fueron expulsados, algo que Israel rechaza tajantemente.
Hace dos días, el ministro de Exteriores, Israel Katz, publicó un tweet en el que afirma que “llevamos años advirtiéndolo: la UNRWA perpetúa la cuestión de los refugiados, obstruye la paz y sirve como brazo civil de Hamás en Gaza”, por lo que “bajo mi liderazgo, el Ministerio de Exteriores de Israel tiene como objetivo promover una política que garantice que UNRWA no forme parte del día después” de la guerra.
Exige, además, que las represalias no se limiten a los empleados supuestamente miembros, de Hamás, sino que la ONU “debe tomar acciones personales inmediatas contra el liderazgo de la UNRWA”.
Esta mañana (29 de enero), el vocero del gobierno israelí Eylon Levy declaró que "la UNRWA es una organización fachada de Hamás”, que la usa “para ‘lavarle’ información a la prensa extranjera”
Cómplices del genocidio
Hoy también, 20 importantes organizaciones internacionales como Oxfam, Save The Children, Médicos del Mundo, Caritas y el Consejo Noruego de Refugiados emitieron un comunicado conjunto en el que se expresan “indignadas” por la suspensión de las donaciones, que se da “en medio de una catástrofe humanitaria que se agrava rápidamente”, va “en contra del espíritu de la orden del CIJ para que se dé una entrega efectiva de ayuda humanitaria” y es “un castigo colectivo que empuja a Gaza a la hambruna”.
La relatora especial de la ONU para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese, advirtió que con la retirada del financiamiento, “lo más probable” es que esos países “estén violando sus obligaciones bajo la Convención sobre Genocidio”.
Es decir, que Israel no está solo en la comisión del mayor de los crímenes.
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Congreso ultraderechista se propone hacer una Nakba 2 y la colonización de Gaza
La sed y el hambre son armas de destrucción más masivas que los bombardeos. Y mientras siguen arrasando con las infraestructuras y los sistemas que permiten la vida en Gaza, ministros y legisladores de la coalición de gobierno de Israel se preparan para la ocupación colonial del pequeño territorio.
Este mismo lunes, miles de personas celebraron la Conferencia para la Victoria de Israel en el Binyanei Ha'uma International Convention Center de Jerusalén. En ese sitio, la construcción de asentamientos y ciudades judías en una Gaza vaciada de palestinos es el eje de proyectos públicos y privados expuestos en locales y conferencias.
El tema en el que más se insistió fue en lo que llaman la “transferencia voluntaria” de los gazatíes a otro país o continente. Qué entienden por “voluntaria” lo explicó el ministro de Comunicaciones Shlomo Karhi: “Voluntaria veces es una situación que le impones a otro hasta que da su consentimiento”.
Desde el escenario del genocidio en marcha, soldados enviaron videos en los que gritan que no van a abandonar ese territorio jamás y que ahí no hay inocentes, pues hasta los recién nacidos son culpables de pertenecer a Hamás. Abogados explicaron que una Nakba 2 (Nakba, la “tragedia”, es como llaman los palestinos a su expulsión de lo que hoy es Israel en 1948) “está plenamente justificada por las leyes de la guerra”, así como “la destrucción y expulsión de todo aquel que se oponga al mandato del pueblo judío sobre la Tierra de Israel”.
Participaron figuras clave del gobierno y de la coalición de Netanyahu en el parlamento, como el ministro de Seguridad Itamar Ben-Gvier, el de Finanzas y Cisjordania Bezalel Smotrich, Orit Strock (partido Sionismo Religioso), Amichai Eliyahu e Yitzhak Wasserlauf (partido Otzma Yehudit), Haim Katz, Amichai Chikli y Shlomo Karhi (del Likud, partido del primer ministro) y muchos más.
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