#Urgente. Trump no podrá quedarse con Gaza pero agudizará el sufrimiento
La prohibición y desfinanciamiento de la UNRWA impedirá la reconstrucción / Provoca rechazo regional y mundial / Palestinos anticipan resistencia
Videocápsulas #DiarioDeSiria.
Episodio 1: Confrontar el pasado.
Regresé a Alepo, la gran ciudad del norte de Siria en la que Andoni, Balint y yo fuimos secuestrados durante la guerra, en 2013.
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Donald Trump, el presidente del país que tiene el mayor ejército del planeta y se autoproclama campeón de la democracia y de la justicia, se propuso en público, sin dobleces, culminar la limpieza étnica en Gaza que inició su interlocutor, el sonriente Benjamin Netanyahu.
Del territorio, expulsar “a todos ellos”, respondió a una pregunta, haciendo entender a plena claridad. Para anexarlo de facto, “tomar el control”. Y hacer lo que ha sido su negocio, un gran desarrollo inmobiliario para hacer en esas bellas playas mediterráneas “una Riviera del Medio Oriente”, es decir: un enclave para turismo de lujo.
Es altamente improbable que logre llevar a cabo su propósito. La realidad sobre el terreno, la política regional y las constricciones internacionales lo impedirán.
Pero esto no son buenas noticias, de ninguna manera, para la población palestina, especialmente la de Gaza: las consecuencias inevitables, que ya se habían venido configurando antes de este anuncio, serán la agudización y prolongación de su sufrimiento.
Y más décadas de conflicto.
¿Cómo podría iniciar su plan?
El Trump Resort Gaza -o como lo quiera llamar- sería imposible de concretar en los 4 años de mandato de Trump. Solo la retirada de las ruinas -con miles de cadáveres atrapados en ellas- tomaría una década, según cálculos de expertos. Y el estadounidense sostuvo, además, que limpiarían el territorio de explosivos que no estallaron, lo cual es una tarea muchísimo más complicada. Y todo esto tendría que realizarse en un contexto de resistencia armada.
Podemos imaginar, sin embargo, la llegada de tropas estadounidenses para “despejar” (o sea, expulsar a los habitantes) una primera zona que sirva como punto de entrada, muestra de determinación y vitrina de ventas para los futuros compradores.
Tendría que ser en el norte de Gaza, cerca de la frontera con Israel, el área más destruida por la campaña de tierra arrasada, y lejos de al Mawasi, el campo de concentración sin muros en el que los israelíes apretaron a bombazos a la mayor parte de los gazatíes.
Es más fácil romper que construir, los trabajos tendrían un avance más lento que la destrucción y por supuesto también tendrían que enfrentar el hostigamiento armado palestino.
Esta mañana, un reportaje del pro-Trump Wall Street Journal indicó que “la propuesta de Trump sorprendió incluso a algunos de sus partidarios más fervientes e influyentes en la comunidad judía. Un antiguo recaudador de fondos pro-israelí que ha recaudado dinero para el presidente durante años calificó la idea de ‘insensata’ y cuestionó cómo podría implementarse, señalando que este tipo de política probablemente tardaría más de un año en completarse y que hay demasiadas variables desconocidas para que se lleve a cabo sin problemas”.
En los cuatro años de Trump, quizás lograría terminar un resort, con algo parecido a una Torre Trump (a un alto costo en vidas palestinas y también de soldados estadounidenses), en una fracción del territorio, en el que pocos, quizás solo los que tengan para derrochar y deseen quedar bien con el presidente, querrán invertir su dinero.
¿Cómo encajaría este proyecto en el orden internacional?
No tiene posibilidades de que sea aceptado en el Consejo de Seguridad de la ONU. Representa una violación abierta a todas sus resoluciones previas, un robo a mano armada de la soberanía palestina reconocida y un saqueo masivo de propiedad privada. Que esto fuera aceptado significaría una involución de un siglo, de todo lo avanzado en derecho internacional en este tiempo, el retorno a la piratería y la incertidumbre.
No hay un escenario, además, en el que se pueda imaginar un voto mayoritario del Consejo a favor de Washington, ni en el que Rusia y China no interpusieran su derecho de veto, acaso también con Francia. Además de que la Asamblea General se pronunciaría en contra.
Trump lo sabe y no va a someterlo a consideración del Consejo. Le basta que su propio veto es suficiente para descarrilar iniciativas opuestas. Le importa poco.
A él. Pero cualquier toma de control e invasión estadounidense en Gaza estará en contravención flagrante del derecho internacional. Los potenciales inversionistas sabrán que sus supuestas “propiedades” en el lugar no estarán seguras, pues quedarán expuestas a lo que suceda cuando Trump deje el poder y una futura Presidencia tenga que ponerse a arreglar los múltiples desastres que habrá causado, y tratar de remendar los daños a la imagen de Estados Unidos en relación con el orden internacional.
Además de que, con los procesos en tribunales de La Haya por genocidio y la obvia culminación de la limpieza étnica, el repudio internacional contra Israel y las acciones estadounidenses en Gaza elevarán el costo político y el riesgo financiero de las complicidades.
De nuevo, solo quienes estén dispuestos a perder sus inversiones asumirían el costo de comprar en el Trump Resort Gaza.
¿Cómo impactaría en los planes de Trump para Medio Oriente?
Para los multimillonarios árabes e israelíes, el tema palestino es una molestia que les complica hacer dinero juntos. Con la primera presidencia de Trump, la marginación del tema avanzó con los llamados Acuerdos de Abraham, que facilitaron la normalización de relaciones diplomáticas. La literalmente joya de la corona de este proceso iba a ser, a fines de 2023 o principios de 2024, el establecimiento de embajadas de Saudi en Tel Aviv y de Israel en Riad. Pero se interpuso la ofensiva de Hamás del 7 de Octubre.
Los saudíes supieron encontrar, sin embargo, cómo sacarle provecho al reciente genocidio: si antes no tenían cómo justificar su aproximación a Israel, ahora lo harían poniéndole un precio: paz en Gaza y Estado palestino, aunque fuera en situación de sometimiento, de semicolonia israelí.
Con su plan inmobiliario para Gaza, Trump está echando por la borda toda posibilidad de que los gobiernos árabes puedan presentar como aceptable esa realidad. Muy pocas horas después del anuncio, cuatro de los países más acomodaticios con Israel (Saudi, Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Egipto) más Qatar, por un lado; y Turquía y Egipto, por el otro, emitieron declaraciones de condena y reiteraron su demanda de que se establezca un Estado palestino. “Apoyamos claramente su posición”, se lee en el primer documento, en el que les piden a los habitantes de Gaza que no abandonen su territorio. “Un intento de exilio de este tipo añadirá una dimensión nueva y peligrosa al conflicto”.
Sin preguntar, Trump decidió que 1 millón 800 mil habitantes de Gaza (faltan 500 mil, a los que no mencionó aunque insistió en que pretende expulsarlos a todos) irán a tener “una vida hermosa, donde no estarán preocupados de si van a morir cada día”, en Jordania y Egipto, lo cual fue rechazado de inmediato por estos países.
¿Cómo reaccionarán los palestinos?
Después de casi 77 años de lucha en condiciones de extrema desigualdad contra Israel y las potencias que lo han protegido, Reino Unido y Francia inicialmente, después encabezadas por Estados Unidos, es difícil imaginar que los palestinos se sometan mansamente a los deseos de Donald Trump.
Sus distintas organizaciones ya han expresado su rechazo y voluntad de combatir por los medios que sean necesarios. Para vencer la resistencia, Estados Unidos tendría que colocarse en el lugar de Israel como ejecutor directo del genocidio y la limpieza étnica, no indirecto, como hasta ahora.
Esto expondría a propiedades y personas estadounidenses no solo en la región, sino en todo el mundo: los tiempos del terrorismo palestino, el de verdad, como cuando secuestraban aviones y asesinaban a deportistas en las Olimpiadas, podrían regresar.
Pero no solo palestino: la invasión real o percibida de territorios musulmanes por occidentales es la primera causa de indignación árabe, islámica e islamista, y el descaro y brutalidad con el que se comporta Trump solo la va a atizar.
Más allá de que los palestinos decidan actuar o no lejos de sus territorios, esto alimentará una nueva ola de terrorismo en Europa, Norteamérica y otros lugares donde intereses occidentales puedan ser alcanzados.
¿Trump está haciendo felices a los israelíes?
En un primer momento, pareciera que sí. Trump le ha dado a Netanyahu elementos para apaciguar a sus inquietos socios de coalición, con lo que podrá seguir aferrándose al poder y mantenerse fuera de la cárcel; y sobre todo, el problema de qué hacer con Gaza, que su gobierno había pospuesto porque no había ninguna solución que les pareciera viable (en Mundo Abierto explicamos que la violencia en Gaza es venganza, pero el objetivo estratégico es la anexión de Cisjordania, opción sobre la que Trump se pronunciará pronto y por la que muestra simpatía), parece por lo pronto, si no resuelto, sí aplazado cuatro años, hasta que llegue otro presidente y las condiciones hayan cambiado.
Pero Netanyahu puede sentirse incómodo con un Trump que tiene intereses personales en Gaza y que acostumbra empujar a todos para ponerse él: en los eventos conjuntos que hicieron este martes, lo importante lo decía Trump mientras Netanyahu sonreía y buscaba sin hallar dónde reposar la mirada.
Y puede que no solo deba soportar la injerencia de Trump: Elon Musk va creciendo en poder, falta de modales y deseo de meter la nariz en todo, y es probable que pronto empiece a revolotear alrededor de la cabeza del primer ministro.
Muchos israelíes se sentirán tranquilos porque la presencia protectora de Estados Unidos (Israel es un protectorado con disfraz de democracia electoral), que algunos temían que se podría debilitar por el costo político del genocidio, se hará más fuerte.
Pero tal vez no quienes ya habían hecho conferencias con mapas para lotificar Gaza, colonizarla exclusivamente con judíos y enriquecerse vendiendo propiedades ajenas.
Trump no habló de una Gaza judía sino “de gente de todo el mundo”. Y si lo suyo es el desarrollo inmobiliario -“seremos los dueños”-, es poco probable que les deje el negocio a otros.
¿Qué implicaciones tendrá para los palestinos, especialmente los de Gaza?
¿Qué sorpresa prepara Trump para Cisjordania? Dijo que pronto presentará su postura pero ya en su primera presidencia trasladó la embajada estadounidense a Jerusalén, reconociéndola como capital de Israel en contravención de la ley internacional, y ha expresado simpatía por la intención de anexar Cisjordania a Israel.
Desaparecería por completo la administración palestina, que nominalmente se limita a los bantustanes cisjordanos y a Gaza, como en el mapa de la extrema derecha.
Desde 2007, año en que Hamás expulsó a balazos a la Autoridad Nacional Palestina de Gaza y tomó el poder, y en que Israel le impuso el bloqueo, se estableció una dinámica de guerras intermitentes en la que los periodos intermedios se dedicaban fundamentalmente a la reconstrucción.
Esto, como casi todos los servicios para refugiados en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, era principalmente realizado por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA), con apoyo de otras organizaciones y financiamiento que en gran parte era provisto por Estados Unidos y países europeos.
Ahora, que la devastación es mayor que nunca y las urgencias, más acuciantes, Israel ha prohibido las actividades de UNRWA, varios países europeos han limitado sus aportaciones y el principal financiador, Estados Unidos, anunció que cercena sus relaciones con la entidad.
No hay manera de sustituir a UNRWA.
Y por supuesto: la entrada de tropas y constructores estadounidenses, con la resistencia con la que será enfrentada, significará no solo que esas fuerzas ataquen directamente a los palestinos, sino que justificará nuevas intervenciones israelíes.
En donde todo ha sido arrasado, los hombres del poder planean hacer grandes negocios para beneficio de privilegiados. Las promesas de “una vida hermosa” para los palestinos, que “no estarán preocupados de si van a morir cada día”, serán horror y muerte.
Y la prolongación de este conflicto por décadas después de que Trump y Netanyahu desaparezcan.
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