Mentalidad genocida: revelaciones de militares israelíes en Gaza
"En Gaza te sientes dios": testimonios impactantes de oficiales y soldados / Netzarim: el corredor de la muerte
Voy a Turquía y a Siria
Este domingo 19 de enero participaré en el IV Foro Internacional Palestina para Medios y Comunicación Tawasol, en Estambul, Turquía, junto al periodista brasileño Breno Altman y la actriz rumana Nicole Jenes. Daremos el taller "Enfrentando la desinformación de la ocupación con un enfoque estratégico integral".
La lista de conferencistas es impresionante e incluye a figurones como el historiador de origen israelí Ilan Pappe, el periodista gazatí Wael Al Dahdouh y la directora de AJ+, Dima Khatib. Más información, aquí: PalMediaForum.
Después intentaré cruzar a Siria. Se está haciendo difícil porque la burocracia turca, que debe autorizar expresamente mi salida por tierra a Siria, no está ayudando mucho y esto puede obligarme a volar a Líbano para tratar por allá.
Surge, además, una coincidencia curiosa: después de dar una segunda charla, el día en que podré salir de Estambul rumbo a Siria, el 22 de enero, es precisamente el 12º aniversario del secuestro que sufrimos en Alepo, durante la guerra siria, Andoni, Balint y yo. Parece un buen momento para reconciliar la memoria.
Quisiera, como otras veces, pedir el apoyo de la comunidad de Mundo Abierto para hacer la cobertura de Siria. Pero ya que los organizadores de la conferencia se hacen cargo del vuelo i/v a Estambul, y dada la incertidumbre sobre la entrada al país, esperaré a tener mayor claridad sobre mis planes antes de hacer la convocatoria.
Ya les iré contando. Y como siempre, ¡agradezco su cariñoso respaldo!
El doble exilio de Dima Khatib… en español
Hace unas semanas, la periodista palestina nacida en Siria Dima Khatib publicó un video en el que da su visión de la caída de Bashar al Assad en Siria y explica cuál era su relación con la causa palestina. Lo compartí en Mundo Abierto, con la traducción.
¡Pero es mucho mejor escucharla!
Como ella habla muy bien castellano, le comenté lo importante que sería que hiciera una versión en nuestro idioma.
Aquí está:
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Para quienes seguimos el genocidio que lleva a cabo Israel en Gaza, esto puede parecer absurdo pero tiene sentido: en el país atacante, se extiende la preocupación por las consecuencias que la matanza tiene en la salud mental de quienes la perpetran.
Es como en las películas estadounidenses sobre su invasión en Vietnam: nos cuentan lo que sufrieron sus soldados mientras masacraban aldeanos, y lo mal que la pasaron cuando volvieron a su privilegiado país, dejando atrás destrucción y horrores. El dolor del pueblo invadido apenas se trata en la superficie, cuando se acuerdan de él.
Sin embargo, esos filmes nos permiten echarles una mirada a la ideología asesina y los desajustes emocionales de muchos de esos hombres a quienes el gobierno de Estados Unidos dotó de armamento y empoderó para decidir sobre las vidas de muchas personas, lo mismo combatientes que civiles inofensivos.
En Israel, el grupo de veteranos del servicio militar Shovrim Shtika (rompiendo el silencio) ha hecho un gran trabajo publicando testimonios de exsoldados que revelan los crímenes que cometieron por órdenes de sus superiores o por decisión propia, invariablemente ocultados por el Estado israelí. En represalia, el gobierno de Netanyahu ha hecho lo posible por acosarlo judicialmente y ahogar sus finanzas.
Ahora, el diario israelí Haaretz logró hablar con soldados y oficiales dispuestos a denunciar -sin dar sus nombres- los excesos de las tropas en su campaña por completar la limpieza étnica del norte de Gaza (te lo contamos aquí), especialmente en el área del llamado corredor Netzarim, que abrieron arrasando campos y zonas urbanas para desconectar el norte del resto de la franja y facilitar la expulsión de los residentes.
A esto se suma un artículo del profesor emérito de psicología Yoel Elizur, oficial de salud mental en la reserva del ejército israelí, basado en su artículo científico sobre sus tropas en Gaza durante la primera Intifada (1987-93), que muestra la devastadora frialdad con la que muchos soldados toman los distintos exterminios que les han encargado ejecutar.
Han pasado más de 30 años entre aquella Intifada y esta guerra, pero si hay diferencias en la mentalidad, no son aparentes. Para facilitar la comprensión de esta violencia, he dividido y reunido los testimonios de ambos textos en categorías. Los que corresponden a la investigación de Haaretz están señalados al final con H y los de Elizur, con E.
Nota: la propaganda israelí trata de demostrar que no existe el pueblo palestino, sino que todos son árabes y como los árabes tienen otros países, deberían dejar sus tierras e irse a otro lado. Las declaraciones de estos soldados lo reflejan.
Omnipotencia asesina
"Es como una droga... sientes que eres la ley, que haces las reglas. Como si desde el momento en que dejas el lugar llamado Israel y entras en la Franja de Gaza, fueras Dios" (E).
"Un árabe pasó por la calle, de unos 25 años, no tiró una piedra ni hizo nada. ¡Pum!, una bala en el estómago. Le dispararon en el estómago y se estaba muriendo en la acera. Nos alejamos con indiferencia" (E).
“Todos son terroristas”
"Estamos matando allí a civiles que luego son contabilizados como terroristas. Los anuncios del portavoz del Ejército sobre el número de bajas han convertido esto en una competición entre unidades. Si la División 99 mata a 150 [personas], la siguiente unidad apunta a 200" (H).
Un oficial del mando de la División 252 recuerda cuando el ejército anunció que había matado a más de 200 militantes de Hamás. "El procedimiento habitual exige fotografiar los cadáveres y recopilar detalles cuando sea posible, para luego enviar pruebas a los servicios de inteligencia para verificar la condición de militantes o al menos confirmar que fueron asesinados por las FDI. De esas 200 víctimas, solo diez fueron confirmadas como agentes conocidos de Hamás. Sin embargo, nadie cuestionó el anuncio público sobre la muerte de cientos de militantes" (H).
Impunidad total
"X disparó cuatro veces por la espalda a un árabe y salió airoso alegando que había actuado en defensa propia. Cuatro balazos por la espalda desde una distancia de diez metros... asesinato a sangre fría. Hacíamos cosas así todos los días" (E).
Brutalidad gratuita
"Un nuevo comandante se nos acercó. Salimos con él en la primera patrulla a las seis de la mañana. Se detuvo. No había un alma en las calles, sólo un niño de cuatro años jugando en la arena en su patio. El comandante de repente empezó a correr, agarró al niño y le rompió el brazo a la altura del codo y la pierna aquí. Le pisó el estómago tres veces y se fue. Todos nos quedamos allí con la boca abierta. Lo miré en estado de shock... Le pregunté al comandante: ‘¿De qué se trata?’ Me dijo: ‘A estos niños hay que matarlos desde el día en que nacen’. Cuando un comandante hace eso, se vuelve legítimo" (E).
Otro combatiente describe haber visto a cuatro personas desarmadas caminando con normalidad, avistadas por un dron de vigilancia. A pesar de que claramente no parecían militantes, un tanque avanzó y abrió fuego con su ametralladora. "Cientos de balas", recuerda. Tres murieron inmediatamente ("la imagen me atormenta", dice), mientras que el cuarto sobrevivió y levantó las manos en señal de rendición.
"Lo metimos en una jaula que habíamos instalado cerca de nuestra posición, le quitamos la ropa y lo dejamos allí. Los soldados que pasaban por allí le escupían. Era repugnante. Finalmente, llegó un interrogador militar, lo interrogó brevemente mientras le apuntaba con una pistola a la cabeza y ordenó que lo liberaran". El hombre simplemente estaba intentando ponerse en contacto con sus tíos en el norte de Gaza. "Más tarde, los oficiales nos elogiaron por matar a 'terroristas'. No podía entender lo que querían decir", dice el combatiente.
Después de un día o dos, los cuerpos fueron enterrados en la arena por una excavadora. "No sé si alguien recuerda que están allí” (H).

Los puestos de observación detectaron a dos personas caminando hacia Wadi Gaza, una zona designada como restringida. Un dron reveló que llevaban una bandera blanca y caminaban con las manos en alto. El subcomandante del batallón ordenó a las tropas disparar a matar. Cuando alguien protestó, señalando la bandera blanca y sugiriendo que podrían ser rehenes israelíes, no le hicieron caso. "No sé qué es una bandera blanca, dispara a matar", insistió el subcomandante, un reservista de la Brigada 5 (H).
Un reservista de la División 99 describe haber visto una transmisión de un dron que mostraba a "un adulto con dos niños cruzando la línea prohibida". Iban caminando desarmados, aparentemente buscando algo. "Los teníamos bajo completa vigilancia con el dron y las armas apuntándoles; no podían hacer nada. De repente, escuchamos una explosión enorme. Un helicóptero de combate les había disparado un misil” (H).
Arbitrariedad mortal: la indefinición del corredor Netzarim
El ejército israelí, al que su gobierno y los propagandistas insisten en presentar como “el más moral del mundo”, no solo estableció sobre el corredor Netzarim una zona de muerte a la que nadie se puede acercar sin ser asesinado, sino que no informa sobre ella a las personas que podrían aproximarse y morir, y todavía peor: ni siquiera ha definido bien sus límites y estos cambian según el criterio o el capricho del comandante y hasta el soldado más bajo, revela la investigación de Haaretz.
Aunque oficialmente se prohibe la entrada a los palestinos, la realidad es más dura que una simple zona de exclusión. "Es un encubrimiento militar", explica un oficial de alto rango de la División 252, que ha servido tres rotaciones de reserva en Gaza. "El comandante de la división designó esta zona como 'zona de muerte'. A cualquiera que entre le disparan" (H).
"Para la división, la zona de muerte se extiende hasta donde alcanza la vista de un francotirador" (H).
Los límites invisibles al norte y al sur del corredor aparecen con frecuencia en los testimonios. Incluso los soldados que se encontraban en posiciones de emboscada dicen que no siempre tenían claro dónde estaban trazadas esas líneas. "Cualquiera que se acerque a la línea que se haya decidido en ese momento es considerado una amenaza; no se necesita permiso para disparar" (H).
"Las fuerzas en el terreno lo llaman 'la fila de cadáveres'", explica otro comandante de la División 252. "Después de los tiroteos, los cadáveres no se recogen, lo que atrae a jaurías de perros que vienen a comérselos. En Gaza, la gente sabe que dondequiera que veas a estos perros, ese es el lugar al que no debes ir" (H).
Violencia desproporcionada.
"No tengo ningún problema con las mujeres. Una me tiró una zapatilla, así que le di una patada aquí (señalando la ingle), le rompí todo esto aquí. Ella no puede tener hijos hoy" (E).
"En una ocasión, los guardias vieron que alguien se acercaba desde el sur. Respondimos como si se tratara de una gran incursión de militantes. Tomamos posiciones y abrimos fuego. Estoy hablando de docenas de balas, tal vez más. Durante un minuto o dos, simplemente seguimos disparando al cuerpo. La gente a mi alrededor disparaba y se reía. Nos acercamos al cuerpo cubierto de sangre, lo fotografiamos y tomamos el teléfono. Era sólo un niño, de unos 16 años”.
Un oficial de inteligencia recogió los objetos y horas después, los combatientes descubrieron que el niño no era un agente de Hamás, sino un simple civil.
"Esa noche, el comandante de nuestro batallón nos felicitó por matar a un terrorista y dijo que esperaba que al día siguiente matáramos a diez más. Cuando alguien señaló que estaba desarmado y parecía un civil, todos le gritaron: 'Cualquiera que cruce la línea es un terrorista, sin excepciones, ningún civil. Todos son terroristas'" (H).
Erosión de los protocolos y reglas de combate
Anteriormente, bombardear edificios o lanzar ataques aéreos requería la aprobación del jefe del Estado Mayor de las FDI. Ahora, esas decisiones pueden ser tomadas por oficiales de menor rango. "Los comandantes de división tienen ahora una autoridad de fuego casi ilimitada en las zonas de combate", explica un oficial veterano de la División 252. "Un comandante de batallón puede ordenar ataques con aviones no tripulados, y un comandante de división puede lanzar operaciones de conquista". Algunas fuentes describen a las unidades de las FDI operando como milicias independientes, sin las restricciones de los protocolos militares estándar (H).
Normalización de la crueldad
“Vi gente sádica allí. Gente que disfruta causando sufrimiento a los demás… Lo más perturbador fue ver con qué facilidad y rapidez la gente común puede desapegarse de sí misma y no ver la realidad que está frente a sus ojos cuando se encuentra en una situación humana difícil y chocante” (E).
“Aquí hay una deshumanización total. No se les trata realmente como si fueran seres humanos... En retrospectiva, lo más duro para mí es lo que sentí, o en realidad lo que no sentí cuando estuve allí. Me molesta que no me molestara. Hay una normalización del proceso y, en un momento dado, simplemente deja de molestar” (E).
"La deshumanización me asustó. El encuentro con actitudes tan peligrosas, que se han vuelto más normales en nuestra sociedad, fue traumático para mí... Me di de baja de la reserva con la ayuda de un psiquiatra" (E).
Castigo contra los críticos
Max Kresh, un combatiente de reserva, declaró su oposición a participar en crímenes contra la humanidad como "arrasar Gaza". El resultado fue un severo ostracismo social: "Me echaron de mi equipo. Dejaron en claro que no me querían". Regresó del servicio de reserva sintiéndose "mentalmente aplastado" (E).
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