Descubren la unidad militar israelí especializada en mentiras para justificar asesinatos
Periodistas, médicos, organizaciones humanitarias, empleados de ONU, sus víctimas / Instalan antimonumento por Palestina
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La persecución de migrantes, minorías y disidentes políticos en Estados Unidos hace retroceder a ese país, en términos de derechos y libertades, a mediados del siglo XX.
En junio, hicimos la cobertura de la resistencia social en Los Ángeles, California.
Ahora toca hacerla del otro lado del continente.
Contenido:
1- Instalan antimonumento por Palestina en Ciudad de México
2- Programas: “Los cárteles gringos”: entrevista con Jesús Esquivel; la fiscalía va contra la libertad de Israel Vallarta
Artículo principal:
3- La unidad del ejército de Israel especializada en mentiras para justificar asesinatos
Participaciones semanales en mesas de análisis:
Martes en #AstilleroInforma de 2 a 3 de la tarde, hora CDMX (GMT-6).
Miércoles en Periodistas Unidos de 4.30 a 5.30 de la tarde.
Jueves en Rompeviento TV de 10 a 11 de la mañana.
Instalan antimonumento por Palestina en Ciudad de México
Desde 2015, con el antimonumento “Ayotzinapa +43”, los habitantes de la Ciudad de México han hecho fructífera su relación con las calles y el escenario urbano dándose sus antimonumentos, actos materiales de soberanía popular que conmemoran las causas justicieras más sentidas y permanentes, merecedoras de memoria y reivindicación.
Este sábado 16 de agosto, en el contexto de una marcha contra el genocidio en Gaza, fue instalado el antimonumento “La Puerta a la Vida” por Palestina frente a la Secretaría de Relaciones Exteriores y al Museo Memoria y Tolerancia, que explica grandes crímenes contra la humanidad pero ignora los cometidos contra los palestinos.
En esta petición pública se solicita a las autoridades respeto a esta obra artística ciudadana y rompimiento de relaciones diplomáticas con el Estado de Israel. Se invita al público que apoye con su firma aquí https://chng.it/MWX8ddQbjs
Más información en Periodistas Unidos.
Fotos: Cuartoscuro, Periodistas Unidos. Video: La Jornada.
Murga para los periodistas asesinados en Gaza
Versión de “A redoblar”, del grupo uruguayo Rumbo, por el fantástico coro La Coraza, de María Emilia Martínez. Visita su Instagram.
Programas:
“Los cárteles gringos”: entrevista con el autor del libro, Jesús Esquivel
Mesa en Rompeviento TV: El fiscal general va contra la libertad de Israel Vallarta; Estados Unidos redobla la presión contra México
Artículo principal
La unidad del ejército de Israel especializada en mentiras para justificar asesinatos
Por Témoris Grecko
El 31 de julio de 2024, alrededor de las 4 de la tarde, el periodista Ismail al-Ghoul y su camarógrafo Rami al-Rifi fueron asesinados en un ataque aéreo israelí con dron en el campo de refugiados de Al-Shati, en el norte de Gaza. Ambos vestían chalecos identificados como “Prensa” y su vehículo también estaba identificado así. Acababan de cubrir las reacciones al asesinato del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, y se dirigían al Hospital Al-Ahli Arab tras reportar bombardeos cercanos a su redacción. El impacto fue tan violento que decapitó a al-Ghoul y mató instantáneamente a al-Rifi y a un niño que pasaba por el lugar, Khalid Shawa. Su cobertura incluía eventos clave como el asalto al Hospital Al-Shifa y la “masacre de la harina”, y fue el primero en llegar al sitio donde fue asesinada la niña Hind Rajab y su familia.
Al día siguiente, el ejército israelí mostró pruebas de que al-Ghoul era un “operador terrorista” de Hamás, miembro de la unidad de élite Nukhba, involucrado en el ataque del 7 de octubre de 2023. Afirmaron que participaba en grabaciones de propaganda y en la instrucción de operativos para filmar ataques contra tropas israelíes. La evidencia era una captura de pantalla de una lista de nombres de 2021, supuestamente encontrada en computadoras de Hamás en Gaza, donde al-Ghoul aparece como “ingeniero” en una brigada de Hamás.
Una captura de pantalla. Un documento de origen incierto. Una lista de nombres. No parecen pruebas irrefutables de crímenes tan graves que justifiquen la muerte de tres personas.
Era un material, en todo caso, mal preparado. Decía que al-Ghoul había recibido un rango militar en 2007. Cuando tenía 10 años de edad.
Fue producido por un escuadrón secreto del ejército de Israel que se conoce como “Célula de Legitimación”, cuya tarea es alimentar de supuesta “inteligencia” a la red internacional que realiza la hasbara (del hebreo “diplomacia”, se pronuncia asbará), la campaña de relaciones públicas, propaganda e intoxicación informativa a favor del gobierno israelí.
De ahí han surgido innumerables fabricaciones, como la de los “40 bebés decapitados” el 7 de octubre de 2023, y las que buscan justificar ataques contra hospitales y unidades de rescate, asesinatos y matanzas de periodistas (incluidas la de Anas al-Sharif y cinco colegas más, el 10 de agosto), personal médico, empleado de la ONU, etcétera.
La investigación sobre la célula del engaño
“Impulsados por la ira de que los reporteros con sede en Gaza estuvieran ‘manchando el nombre de Israel ante el mundo’”, escribe el periodista israelí Yuval Abraham (co-director del documental “No Other Land”) en el portal +972, cada vez que se intensifican las críticas contra Israel, los miembros de la célula de legitimación reciben órdenes de “encontrar información que pueda desclasificarse y emplearse públicamente para contrarrestar la narrativa”.
Una fuente de inteligencia declaró:
“Si los medios globales hablan de que Israel mata a periodistas inocentes, entonces inmediatamente hay un impulso para encontrar a un periodista que podría no ser tan inocente, como si eso de alguna manera hiciera aceptable matar a los otros 20”.
Así también intentan criminalizar a Anas al-Sharif, el más conocido de los seis asesinados el 10 de agosto pasado (lo reportamos aquí). El ejército publicó documentos, que solo él garantiza que son auténticos, de que fue reclutado por Hamás en 2013 y permaneció activo hasta que resultó herido en 2017 (aunque esto significaría que habría dejado la organización seis años antes del 7 de octubre de 2023).
Otro hito en la historia de la célula de legitimación, según las pesquisas de Abraham, fue cuando se produjo la mortal explosión en el Hospital Al-Ahli de la ciudad de Gaza, el 17 de octubre de 2023. que mató a 500 palestinos. Israel afirmó que fue producto de un cohete de la Yihad Islámica que funcionó mal y que el número de muertos fue mucho menor. La “evidencia” fue provista por esa unidad militar secreta: una llamada telefónica entre dos miembros de Hamás que culpaban del incidente a un disparo fallido de la Yihad Islámica. Como numerosos medios dieron por válida esta versión, “el ejército israelí lo consideró una victoria para la célula”.

Pero en realidad, escribe Abraham , era la voz de un activista palestino que nunca fue parte de Hamás.
La investigación publicada en en +972 se basa en tres fuentes de inteligencia que “afirmaron que el ejército trata a los medios de comunicación como una extensión del campo de batalla, lo que le permite desclasificar información confidencial para su divulgación pública”.
“El objetivo era desacreditar a periodistas que informaban sobre la guerra en las cadenas de televisión de forma supuestamente fiable y precisa, pero que, según afirmaban, pertenecían a Hamás”.

Silenciar Gaza
Las técnicas de manipulación de evidencia, información o circunstancias para hacer que una persona inocente parezca culpable de un delito o acto negativo, conocidas como “framing”, se dirigen de manera particular y sistemática contra los periodistas, que actúan como testigos y documentalistas de la guerra. El Sindicato de Periodistas Palestinos tiene una lista de 238 colegas muertos en Gaza desde octubre de 2023, lo que hace de Israel el mayor asesino de periodistas de la historia de la humanidad.
En el caso del ataque de este 10 de agosto contra Anas al-Sharif y sus compañeros, cinco de ellos formaban el equipo de Al Jazeera en Gaza, una cadena contra la que Israel ejerce una violencia asesina sistemática desde hace años, en represalia por sus constantes reportes sobre los crímenes cometidos contra los palestinos.

Según el ejército, además de al-Sharif, tres de sus compañeros estaban relacionados con Hamás, mientras que los otros dos tenían vínculos con la Yihad Islámica, en una variedad de roles militares, incluyendo francotirador, soldado de infantería, combatiente, capitán y coordinador de entrenamiento y propaganda.
Las acusaciones han sido refutadas de manera contundente por Al Jazeera, que las calificó de “fabricadas” y parte del “patrón más amplio de hostilidades” contra la cadena, que afirmó que el objetivo era “silenciar a los pocos periodistas restantes en la región” y, de ese modo, “oscurecer la cruda realidad de la guerra para las audiencias de todo el mundo”.
Organizaciones internacionales de libertad de prensa han corroborado esta postura. El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) ha criticado a Israel por hacer “acusaciones similares en repetidas ocasiones sin presentar evidencia creíble”. Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha afirmado que los documentos presentados no constituyen una prueba suficiente para justificar la afiliación o para dar “licencia para matar” a un periodista.

Trabajadores humanitarios y paramédicos “terroristas”
El “framing” también se dirige contra la sociedad civil y las organizaciones de derechos humanos, que son fundamentales para la documentación de violaciones del derecho internacional.
En una de las acciones más significativas en este ámbito, el Ministerio de Defensa israelí designó a seis de las principales organizaciones palestinas de derechos humanos (Addameer, Al-Haq, Defense for Children International – Palestina, La Unión de Comités del Trabajo Agrícola, el Centro Bisan por la Investigación y Desarrollo, y la Unión de Comités de Mujeres Palestinas), que han trabajado durante décadas en los territorios palestinos contribuyendo al fortalecimiento de la sociedad civil y a la documentación de las violaciones de los derechos humanos por todas las partes, como “organizaciones terroristas”.
Esta táctica, según el análisis de la plataforma AIDA, que agrupa a más de 80 organizaciones internacionales, busca “silenciar las voces” que denuncian los abusos y restringir el espacio operativo para la sociedad civil. La designación como “terroristas” tiene graves implicaciones, ya que expone a estas organizaciones y a su personal a la detención, la incautación de activos y la prohibición de viajar o de publicar, criminalizando su trabajo legítimo y su capacidad de recibir financiación.
Lo mismo hizo Israel contra 12 empleados de UNRWA (Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos) de participar en los ataques del 7 de octubre. Aunque UNRWA actuó rápidamente, el dossier con los cargos no se hizo público. Medios como The Guardian y The New York Times reportaron que los aliados occidentales lo encontraron poco concluyente, con acusaciones basadas en inteligencia de “baja o media confianza” y en confesiones obtenidas bajo coacción.
Sin embargo, esto sirvió para deslegitimar y provocar y justificar suspensiones y cancelaciones del financiamiento de Estados Unidos y Europa a una agencia humanitaria vital (la Unión Europea eventualmente restableció la financiación).
Otro caso de especial gravedad fue un ataque directo con el que las fuerzas israelíes asesinaron a 15 paramédicos palestinos, el 23 de marzo de 2025, en las cercanías de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza. Esto ocurrió durante una operación de rescate coordinada por la Media Luna Roja Palestina (PRCS, por sus siglas en inglés), la Defensa Civil de Gaza y la ONU. Las víctimas eran parte de un convoy compuesto por varias ambulancias de la PRCS, un vehículo de la ONU y un camión de bomberos de la Defensa Civil, cuyas operaciones habían sido coordinadas con el ejército israelí.
A pesar de eso, mató a ocho paramédicos de la PRCS, seis de la Defensa Civil y uno de la ONU. Los cuerpos fueron encontrados días después enterrados en una fosa común junto a sus vehículos aplastados por bulldozers israelíes, lo que indica ejecución deliberada y encubrimiento.
Inicialmente, el ejército afirmó que el convoy se acercó “de manera sospechosa” en la oscuridad, sin luces ni coordinación previa, lo que llevó a los soldados a percibir una amenaza. Acusó a nueve de los fallecidos de ser “terroristas de Hamás”, alegando que la Defensa Civil está controlada por esa organización.
Un video grabado con un teléfono móvil contradijo directamente la versión israelí: mostró luces encendidas, vehículos marcados y paramédicos en uniforme, lo que obligó al Ejército a retractarse de su afirmación sobre la falta de luces, atribuyéndola a un “error” en el reporte inicial. Sobrevivientes como Munther Abed negaron cualquier vínculo con militantes y confirmaron que el convoy estaba iluminado y coordinado. Organizaciones como la PRCS, la ONU, Amnistía Internacional y Human Rights Watch rechazaron los hallazgos israelíes como una “autoexculpación”, exigiendo una investigación independiente internacional.
Se trató, dijeron, de un crimen de guerra, ya que los trabajadores médicos son civiles protegidos bajo el derecho internacional humanitario, y acusaron a Israel de un patrón de ataques a personal humanitario sin rendir cuentas.
La ONU reportó que no se hallaron armas y que los disparos fueron dirigidos a la cabeza y el pecho, sugiriendo ejecuciones. Grupos de derechos humanos criticaron la falta de evidencia para las acusaciones de Hamás y la impunidad, señalando que Israel investiga solo el 10% de incidentes similares.
Posteriormente, el Ejército admitió que los paramédicos estaban desarmados en el momento del ataque y que la vigilancia aérea supuestamente identificó el convoy como una “amenaza tangible” debido a un “malentendido operativo” y baja visibilidad nocturna.
De cualquier forma, mantuvo las acusaciones contra seis fallecidos como “terroristas de Hamás” con base en “información retrospectiva”, sin proporcionar nombres, evidencia o detalles clasificados. También justificaron el entierro de cuerpos y vehículos como una medida para “limpiar la carretera” para evacuaciones futuras.
Desarrollo de mentiras
El “framing” se complementa con la difusión de narrativas falsas de alto impacto que buscan manipular la percepción global del conflicto.
Uno de los bulos más difundidos tras el 7 de octubre fue la acusación de que Hamás había “decapitado a 40 bebés” en un kibutz. Esta afirmación fue propagada por fuentes oficiales israelíes y por medios de comunicación afines. Sin embargo, agencias de noticias como la NBC y la CNN no encontraron evidencia independiente que corroborara las afirmaciones. Incluso el gobierno israelí abandonó el argumento, aunque no hizo un desmentido público, lo que permite que siga circulando.
Otro caso documentado es el de Chaim Otmazgin, un voluntario de la organización israelí ZAKA, quien relató que había visto pruebas de violencia sexual en una casa, afirmaciones que luego resultaron ser falsas y sin fundamento. La agencia Associated Press (AP) reportó que los relatos de Otmazgin eran infundados y que él mismo se retractó de sus afirmaciones. Los voluntarios de ZAKA han sido acusados de difundir historias de atrocidades para autopromocionarse y para solicitar donaciones.
Además, se ha documentado la manipulación de contenido multimedia, donde videos o fotografías antiguas de ataques ocurridos en 2021 o incluso de videojuegos han sido presentados como imágenes actuales del conflicto en Gaza. Esta táctica tiene como objetivo principal generar un impacto emocional inmediato y moldear la percepción del público antes de que los hechos puedan ser verificados.
La desinformación ha evolucionado de relatos esporádicos a una guerra de influencia masiva y sistemática. El gobierno israelí ha desplegado campañas digitales encubiertas, utilizando herramientas de inteligencia artificial y granjas de bots y trolls para diseminar información falsa. Estas operaciones han creado cientos de cuentas falsas en redes sociales como X (Twitter), Facebook e Instagram, que se hacen pasar por ciudadanos estadounidenses para publicar comentarios a favor de Israel y criticar a figuras políticas o grupos que apoyan a Palestina.
La utilización de estas tácticas demuestra que el framing y la hasbara ya no se limitan a comunicados de prensa, sino que operan en un nivel subrepticio y automatizado. La desinformación se ha convertido en una arma moderna de guerra, que se utiliza para deshumanizar a la población palestina, justificar la violencia y manipular el apoyo político a nivel global de manera sistemática.
La intoxicación informativa, práctica cotidiana de Israel
Estos casos ilustran un patrón claro y recurrente:
Acusaciones públicas: Israel hace acusaciones de vínculos con Hamás o acciones militares contra periodistas o civiles después de ataques que causan víctimas.
Evidencia cuestionable: Las pruebas presentadas suelen ser fragmentarias (imágenes fuera de contexto, inteligencia no verificable, declaraciones sin corroborar) o no se comparten públicamente para su escrutinio independiente.
Narrativa predeterminada: Las acusaciones a menudo encajan en la narrativa más amplia de que Hamás usa civiles/periodistas como “escudos humanos” o que toda infraestructura/individuo en Gaza es un objetivo militar legítimo, desplazando la responsabilidad.
Efecto disuasorio/deslegitimador: El objetivo es deslegitimar a las víctimas (periodistas críticos, civiles), justificar ataques letales y disuadir la cobertura mediática o la crítica internacional.
Falta de rendición de cuentas: Rara vez hay investigaciones independientes israelíes efectivas sobre estos incidentes o consecuencias para los responsables, incluso cuando investigaciones externas contradicen la versión oficial.
Al etiquetar a los periodistas como militantes y a las organizaciones de derechos humanos como "terroristas", se crea un contexto para justificar la violencia contra ellos y, de paso, desviar la atención de las violaciones documentadas del derecho internacional.
Esta estrategia opera en múltiples niveles, desde la difusión de narrativas de alto perfil hasta la manipulación de pruebas específicas para desacreditar a individuos. El control de la información es un objetivo estratégico tan importante como el control territorial.
Estas tácticas de “framing” tienen serias implicaciones legales. Bajo el derecho internacional humanitario, los periodistas son considerados civiles y gozan de protección especial. Los ataques deliberados contra ellos constituyen crímenes de guerra. Al justificar estos ataques con acusaciones infundadas de afiliación a grupos terroristas, Israel socava la protección que el derecho internacional ofrece a los trabajadores de los medios de comunicación.
Además, la práctica de prohibir la entrada a la prensa internacional y de silenciar a los periodistas locales viola el derecho fundamental del público a una información veraz e imparcial. Esto no solo afecta la capacidad de los medios para cubrir los acontecimientos, sino que también crea un vacío de verificación que puede ser llenado con propaganda y desinformación.
#Urgente. Anas al-Sharif, el periodista más conocido de Gaza, fue asesinado por Israel con cinco compañeros
Anas al-Sharif, de 28 años, era tal vez el periodista más conocido de los que reportan desde la Franja de Gaza. Israel lo había amenazado, lo atacó ayer directamente cuando estaba en su tienda de campaña con sus compañeros de Al Jazeera, asesinando a cuatro de ellos y a dos personas más, y ya admitió su responsabilidad asegurando sin pruebas creíbles que Anas era parte de Hamás, algo que el reportero negó en vida y en su carta póstuma.
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