Héroes periodistas de Gaza, reconocidos por Amnistía Internacional
Premio Defensor de los Derechos Humanos 2024 a Bisan Owda, Plestia Alaqad, Anas al-Sharif y Ahmed Shihad-Elbin
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La matanza de periodistas palestinos en Gaza, desde octubre de 2023, llegó pronto a un nivel tan masivo que las organizaciones manejan cifras distintas, estimadas con base en metodologías diferentes.
La más alta, en casi 15 meses, es de 217 (datos de Al Jazeera). La menor es de 138 (Committee to Protect Journalists). Más decenas de desaparecidos, heridos y arrestados.
Cualquiera de ellas es varias veces superior a lo que había sido registrado en todos los conflictos, pues Israel se ha ganado tanto los títulos de mayor enemigo de la libertad de prensa y de primer asesino de periodistas de la historia de la humanidad.
En 2014, cuando sí nos permitieron a los reporteros internacionales ingresar a Gaza, al usar los chalecos azules de prensa deseábamos que los adolescentes del servicio militar israelí, que operaban los drones asesinos a decenas de kilómetros de distancia con mandos tipo joystick de videojuego, pudieran distinguirnos y abstenerse de disparar contra nosotros.
Hoy, los chalecos son como dianas, como objetivos para fijar las miras de los militares, porque Israel ha declarado que los periodistas palestinos trabajan para sus enemigos y está empeñado en su sistemático exterminio.
Millones de personas en todo el mundo, en cambio, reivindican los chalecos azules como emblemas de heroísmo.
30 de octubre de 2024. Protesta en Ciudad de México. Videos: Axel Hernández/Colectivo SOS
Premio a todos los periodistas de Gaza
Este 11 de diciembre, Amnistía Internacional anunció el otorgamiento de su Premio al Defensor de los Derechos Humanos 2024 a “todos los periodistas de Gaza, incluidos aquellos que han pagado el precio máximo: con sus vidas. Honramos la extraordinaria resistencia, valentía y coraje de los periodistas que trabajan en las condiciones más peligrosas para documentar las realidades de la crisis de Gaza”.
La organización particularizó en cuatro de ellos: Bisan Owda, Plestia Alaqad, Anas al-Sharif y Ahmed Shihad-Elbin
Con un gran impacto en redes sociales, el más conocido es el corresponsal de Al Jazeera Anas Al-Sharif, de 27 años.
Exactamente un año antes, después de que Anas recibió una llamada del ejército israelí con amenazas, el hogar de su familia fue bombardeado y mataron a su padre, de 90 años.
Así es el patrón de la violencia genocida israelí: exterminar no solo a los periodistas, a los médicos y paramédicos, a los miembros de los cuerpos de rescate y hasta a quienes se encargaban de reparar las infraestructuras dañadas, sino también a sus familias.
Cubrir el propio exterminio
¿Qué representa para un periodista cubrir un genocidio no en una tierra lejana, sino en la propia? ¿Correr cada mañana y cada noche a registrar la matanza terrible de sus compatriotas, de sus vecinos, de su propia familia cuando dormía en su propio hogar?
En mi libro “No se mata la verdad” (HarperCollins, 2020) escribí:
En los peores momentos, cuando caían las bombas alrededor de nosotros en Gaza o en Libia, pensé que yo era igual a mis compañeros, que confiaban en escapar de allí para retornar a la paz de sus países. Pronto comprendí —sin embargo— que un periodista mexicano sale de un conflicto en un país lejano, para volver al permanente conflicto en casa.
Ahora considero que son todavía más profundas nuestras diferencias con los periodistas de las potencias -vengan de Estados Unidos o de Rusia, del Reino Unido o de Francia-, pues ellos viajan a otros territorios a registrar las desastrosas consecuencias del colonialismo y el imperialismo practicados por sus propios países, para luego regresar a la tranquilidad de sus ciudades, en donde los cómplices, los críticos y los inconscientes disfrutan los beneficios del expolio.
(Siempre reconociendo el valor de los críticos, por supuesto.)
Pero el genocidio en Gaza y el sistemático y generalizado exterminio de la prensa nos muestran situaciones mucho peores que todo lo que hemos visto, en las que los periodistas no solo viven dentro de la violencia más brutal, sino que individual y colectivamente son objetivo directo de un exterminio militar.
Por ejemplo, la gradual eliminación de la familia de quien era el corresponsal jefe de la cadena Al Jazeera en Gaza, Wael al Dahdouh: el 28 de octubre de 2023, en un ataque aéreo israelí contra la casa en la que se refugiaban, mataron a su esposa, su hija de siete años, su hijo de 15 años y otros ocho familiares; el 15 de diciembre de 2023, mientras Al-Dahdouh y su camarógrafo Samer Abu Daqqa cubrían un bombardeo en una escuela en Khan Younis, fueron perseguidos por un dron que hirió al primero y asesinó al segundo; el 7 de enero de 2024, mataron a su hijo, el periodista Hamza al-Dahdouh, y el 8, a dos de sus sobrinos.
La matanza y las heridas lo forzaron a marcharse: a petición del Sindicato de Periodistas Egipcios, lo evacuaron a Catar para recibir tratamiento médico el 16 de enero de 2024, junto con sus cuatro hijos sobrevivientes.
Anas al-Sharif ha insistido en recordar que los periodistas viven lo que el resto de la población, pues “podríamos ser atacados y bombardeados en cualquier momento, pero nuestra situación es la misma que la de todo nuestro pueblo, la misma que la de los hombres, mujeres y niños que están siendo martirizados a cada momento en Gaza”.
Aún así -declaró al portal Drop Site News-, “a pesar de todas estas dificultades y de todas estas circunstancias trágicas, todos los periodistas seguimos informando cada día y cada hora de lo que está sucediendo. Esto es lo que nos hace continuar, pues ésta es nuestra causa. Es deber del mundo ver y atestiguar lo que estamos documentando y lo que estamos informando”.
“Puede que el mundo no actúe, puede que el mundo no nos ayude, pero puede haber un motivo para detener esta guerra”, continuó. “Cada vez que documento una masacre, un acontecimiento o un bombardeo, pienso que tal vez a través de ese bombardeo o de esa imagen la guerra podría detenerse y terminar. Esto nos impulsa a continuar con nuestra cobertura hasta nuestro último aliento”.
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