¿Quién le teme a Donald Trump?
Es un maestro del bluff que necesita cumplir algunas de sus amenazas, a riesgo de perder credibilidad / México debe domarlo sin miedo pero sin imprudencia
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Este texto fue publicado originalmente en inglés, el 7 de mayo, por la Mexican Press Agency. Con autorización de la misma, presentamos la traducción al castellano.
¿Quién le teme a Donald Trump?
Algo más de cien días de gobierno han permitido que líderes y observadores en todo el mundo hagan valoraciones sobre la seriedad de las amenazas que acostumbra proferir el presidente de Estados Unidos, para concluir que en gran medida, son bluff, instrumentos de presión tanto como de distracción.
Así se ve en su impulsiva, caótica y contraproducente campaña de aranceles; en su insistencia en anexionar Canadá y en la posible invasión militar de Groenlandia; y también en su errático zigzagueo (un día es una amenaza de acción unilateral, al siguiente una generosa oferta de ayuda) de que fuerzas estadounidenses intervengan directamente contra el crimen organizado en territorio mexicano.
Siendo así, uno se siente tentado a preguntar: ¿Quién le teme a Donald Trump?
El riesgo de que se reduzca su margen de maniobra obliga al hombre de la Casa Blanca a defender su juego dándoles credibilidad a sus amenazas, y para eso necesita materializar algunas de ellas. Lo ha hecho bombardeando a los houtíes de Yemen y dándole carta blanca a Netanyahu para invadir a sus vecinos y hacer la limpieza étnica de Gaza, pero quienes pagan son objetivos débiles que no pueden servirle indefinidamente para proyectar temor.
¿Buscará lanzarse sobre una presa mayor? ¿Quién querría arriesgarse a ser la primera?
Una intervención contraproducente
La presidenta Claudia Sheinbaum no se lo está tomando a broma, a pesar de que prácticamente todos los analistas no subordinados a la disciplina política trumpista le están diciendo a él que lo de atacar en México no solo es muy mala idea, sino que daría pésimos resultados.
Naturalmente, no faltan los que volunteer a nutrir el sesgo de confirmación de sus simpatizantes, complaciendo al boss: Fox News presenta la afirmación de Trump de que la presidenta mexicana tiene miedo a los cárteles como central, pues su oferta de apoyarla militarmente es una medida necesaria para combatir el narcotráfico; mientras que el Washington Examiner plantea que la negativa a aceptar la ayuda será vista como un obstáculo a la cooperación en seguridad e incluye comentarios de analistas que apoyan la idea de un mayor involucramiento militar.
Los no incondicionales, no obstante, señalan lo contrario, como el International Crisis Group que indica que “ninguno de los instrumentos de guerra o contraterrorismo que ha invocado Trump autoriza el uso de la fuerza militar en territorio mexicano”, y advierte sobre las consecuencias:
“Lanzar ataques con drones, operaciones especiales u otra acción letal contra organizaciones criminales en México sin el consentimiento del país podría salirle mal y causar un enorme daño a la relación bilateral. Cualquier acción de E.U. sería sin duda condenada por la base política de Sheinbaum y aprovechada por la oposición como señal de debilidad, exigiendo una respuesta decidida. Ella podría detener la cooperación en materia de seguridad o volver al enfoque de laissez-faire de López Obrador sobre el tráfico de fentanilo. Podría suavizar la aplicación de medidas migratorias o expulsar a la DEA, el FBI y otras agencias estadounidenses del país. Si lo que Trump quiere es una mejor cooperación de México, una acción militar sería la mejor manera de obstaculizarla”.
Ni miedo ni imprudencia
Probablemente, al principio, una exhibición de fuerza le serviría a Trump para satisfacer a sus bases y cosechar aplausos, pero sería tan autocomplaciente como efímero.
Ese es, no obstante, un importante riesgo: que el presidente estadounidense lo haga solo para simular que está haciendo, como ha ocurrido en otros casos, y que además tiene éxito.
“El gobierno mexicano no debería asumir simplemente que [una acción militar unilateral] no podría suceder, sin importar cuán mala idea sea en muchos niveles”, dijo Cecilia Farfán-Méndez, de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, una ONG. “Se debe hacer planes para todos los escenarios”.
Pese a su fama de misógino, el tono de Trump hacia Sheinbaum, que había sido elogioso, se ha mantenido casi en ese nivel, aunque descendiendo hacia el desdén con el que suele tratar a otros líderes -y al machismo- al describirla como una mujer “tan asustada por los cárteles que ni siquiera puede pensar con claridad”.
Todavía es muy poco para proclamar un cambio fundamental de actitud hacia ella, sin embargo. La presidenta mexicana sigue sosteniendo la actitud de dignidad y de adulto en la sala que en poco tiempo le ha ganado elogios en países extranjeros, al tiempo que, en su propia versión de las tácticas de judo, aprovecha la fuerza del rival no contra él sino para exigirles resultados a unas fuerzas del orden mexicanas que no siempre son fieles a las instituciones.
Parece que Claudia Sheinbaum no le teme a Donald Trump. O más bien, que sabe que no es posible domar al león con miedo pero tampoco con imprudencia.
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