Perversidad sobre la perversidad: la “ayuda” de Israel a Gaza
Mercenarios, a cargo del "auxilio humanitario" / Mundo "se acostumbró a que matemos gazatíes" / mega-campo de concentración
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Ese mismo día, la policía israelí impidió que manifestantes israelíes en Sderot se aproximaran a la frontera con Gaza.
Perversidad sobre la perversidad: la “ayuda” de Israel a Gaza
Usa el hambre como arma de guerra / Sus aliados se alarman
Contenido:
“Una gota en el océano”
“Se acostumbraron a que matemos gazatíes”
Hasta Israel debe tener algún límite, advierten sus aliados
Mega-campo de concentración para 2 millones
La gran y peligrosa farsa de la “ayuda de Israel”
La “ayuda humanitaria” a cargo de mercenarios que cobran 1,100 dólares al día
Por
Desde hace 11 semanas, Israel sostiene un bloqueo total de Gaza que ha provocado que se agoten las reservas de alimentos. Ahora mueren decenas de personas de hambre y probablemente pronto serán miles. La organización Médicos Sin Fronteras ha acusado a Tel Aviv de usar la hambruna como arma de guerra.
De pronto, el primer ministro Netanyahu anuncia que permitirán el acceso de algunas provisiones, que serán entregadas por empresas autorizadas “en los próximos días”.
¿Por qué lo hacen? ¿Serán suficientes?
En inglés y al mundo, le dicen una cosa pero en hebreo pero a su gente, otra muy distinta.
Las razones no son humanitarias sino "prácticas y diplomáticas”, porque “nuestros mejores amigos en el mundo no pueden apoyarnos si surgen imágenes de hambruna masiva”, sostuvo Netanyahu. Esto es necesario, completó el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, en declaraciones aparte, “para que el mundo no nos detenga no nos acuse de crímenes de guerra”.
Y basta con cubrir las apariencias, porque, continuó Smotrich, se dejará pasar “el mínimo indispensable de alimentos y medicamentos para la población”. “Esto permitirá”, continuó, “que los civiles coman y que nuestros amigos en el mundo nos sigan dando protección diplomática en el Consejo de Seguridad de la ONU y en La Haya”.
Esto se hace porque Israel está cerca de “alcanzar la línea roja” y el apoyo internacional empieza a flaquear, amplió Netanyahu: “Llegaremos a una situación en la que tengamos un área que está completamente controlada por el ejército y toda la población de Gaza pueda ir ahí a recibir la ayuda y Hamás reciba nada. Esto es parte de derrotar a Hamás en paralelo con tremenda presión militar, nuestra entrada masiva para esencialmente apoderarnos de todo Gaza y quitarle a Hamás toda capacidad de saquear la ayuda humanitaria. Este es el plan de guerra y victoria”.
En condiciones normales, la población de Gaza necesita los alimentos que pueden llevar 600 tráileres por día. En medio de la tragedia, son muchísimos más, para empezar a paliarla. El “mínimo indispensable” que anunció Israel es de cinco camiones diarios.
“Una gota en el océano”
Esa “ayuda mínima” es “una gota en el océano”, valoró Tom Fletcher, subsecretario general de la ONU para Asuntos Humanitarios.
El 13 de mayo, la Organización Mundial de la Salud informó que 57 niños murieron de hambre en Gaza en las 10 semanas anteriores. “Si la situación persiste”, añadió, “se estima que casi 71 mil niños menores de cinco años sufrirán desnutrición aguda durante los próximos 11 meses”.
Los daños a largo plazo que produce la desnutrición “pueden durar toda la vida”, con consecuencias como retraso en el crecimiento y deterioro del desarrollo cognitivo y de la salud. “Sin suficientes alimentos nutritivos, agua potable y acceso a atención médica, una generación entera se verá afectada permanentemente”, advirtió.
No precisó los datos sobre fallecimientos de adultos pero sí que “una de cada cinco personas en Gaza (500 mil) se enfrenta a la inanición, mientras que los 2.1 millones de habitantes de la Franja sufren una prolongada escasez de alimentos”.
“Esta es una de las peores crisis de hambre del mundo y se desarrolla en tiempo real”, afirmó el Dr. Rik Peeperkorn, de la OMS.
“Se acostumbraron a que matemos gazatíes”
La Corte Penal Internacional emite órdenes de aprehensión que los países europeos se niegan a cumplir, mientras que Estados Unidos lanza campañas abiertas contra los fiscales del alto tribunal como represalia. La Corte Internacional de Justicia juzga a Israel por genocidio pero sus aliados no levantan ni una pestaña.
Esto tiene consecuencias: aunque cometan un genocidio en Gaza, lleven a cabo una limpieza étnica y prolonguen el apartheid en Cisjordania, nada pasa: los israelíes se acostumbraron a que pueden llevar a cabo los crímenes que se les antoje, hasta el más grave de todos, sin que se produzca más que ruido.
La semana pasada, el diputado Zvi Sukkot, del partido Sionismo Religioso (del ministro de Seguridad Itamar Ben-Gvir), presumió en una entrevista en el Canal 12 de TV que pueden hacer lo que quieran, pues “todos se han acostumbrado a que cien gazatíes puedan morir en una noche y eso no le interesa a nadie en el mundo”. “Si me hubieran dicho hace tres años que en tres años las Fuerzas de Defensa de Israel operarían como lo hacen en el Líbano, Judea y Samaria, Gaza y Siria, nunca lo habría creído”, dijo Sukkot. “Nunca habría creído que pudiéramos llegar a ese nivel. ¿Podemos destruir todo el terror aquí de un solo golpe?”
Hasta Israel debe tener algún límite, advierten sus aliados
Parece que se confiaron demasiado. El gobierno israelí hizo planes contando solo con la libertad completa que le ha dado Donald Trump para llevar a cabo su guerra como mejor le convenga. Pero no consideró a sus otros aliados, e incluso el costo político para los que Netanyahu llama sus “mejores amigos del mundo” (él precisa que son senadores estadounidenses).
De entrada, por primera ocasión, los países más críticos de Israel dentro de la Unión Europea (seis de sus 27 miembros, Irlanda, Luxemburgo, Malta, Noruega, Eslovenia y España, más un estrecho asociado, Islandia), declararon este viernes 16 que “no permaneceremos en silencio ante la catástrofe humanitaria hecha por el hombre frente a nuestros ojos en Gaza”; llamaron a Israel a revertir su política, detener las operaciones militares, levantar el bloqueo y permitir que las organizaciones humanitarias -empezando por UNRWA- auxilien a la población; y condenaron, además, la campaña de colonos ilegales contra Cisjordania y Jerusalén Oriental, advirtiendo que el desplazamiento forzado de los palestinos es inaceptable.
Al día siguiente, Alemania e Italia, “el eje” de apoyo a Netanyahu en la Unión Europea, hicieron críticas: “Tenemos que decirle al gobierno israelí: ‘Ya basta’”, declaró el ministro de Exteriores italiano, Antonio Tajani, “no queremos ver sufrir más a la población palestina”. Y su par alemán Johann Wadephul alertó que “una ofensiva militar a gran escala también conlleva el riesgo de agravar aún más la catastrófica situación humanitaria de la población de Gaza y la de los rehenes restantes”.
Y este lunes, la molestia llegó a Reino Unido, Francia y Canadá, cuyos líderes advirtieron que podrían pasar de las palabras a las sanciones al exigirle a Israel que detenga sus operaciones militares en Gaza y colabore con la ONU para restablecer el suministro de ayuda humanitaria, porque, dijeron, “el nivel de sufrimiento humano en Gaza es intolerable”.
Esta declaración conjunta es relevante no solo por quienes la emiten sino porque llega después de que Israel intentó su truco de la “ayuda mínima” y ya le dan una respuesta:
“El anuncio de ayer de que Israel permitirá la entrada de una cantidad básica de alimentos a Gaza es totalmente insuficiente. Instamos al Gobierno israelí a que detenga sus operaciones militares en Gaza y permita de inmediato la entrada de ayuda humanitaria. Esto debe incluir la colaboración con la ONU para garantizar el restablecimiento de la entrega de ayuda de conformidad con los principios humanitarios”.
“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras el gobierno de Netanyahu persiga estas atroces acciones”, declararon. “Si Israel no cesa la renovada ofensiva militar y levanta las restricciones a la ayuda humanitaria, tomaremos medidas concretas adicionales en respuesta”.
Ya se verá si tales medidas se materializan o son más gestos simbólicos.
Mega-campo de concentración para 2 millones
Para recibir ayuda, dice Netanyahu, Israel establecerá “un área completamente controlada por el ejército y toda la población de Gaza pueda ir ahí”, un campo donde tendrá que concentrarse. El resto del territorio debería quedar, entonces, deshabitado, listo para terminar de demoler lo que queda, construir nuevos edificios y repoblar con otros habitantes.
La peligrosa farsa de la “ayuda de Israel”
La ayuda que se permita ingresar sería distribuida no por organizaciones neutrales como la UNRWA (a la que Israel se ha ocupado de desacreditar acusándola de servir a Hamás), OXFAM, Médicos Sin Fronteras, UNICEF o World Central Kitchen, sino por tres compañías privadas de mercenarios, bajo control israelí.
Eso significa que el gobierno de Netanyahu tendrá la decisión exclusiva sobre quién merece sobrevivir y quién no;
Que asegurará e insistirá en medios y en foros internacionales que está salvándoles la vida a los gazatíes, no exterminándolos;
Y que algunos o muchos líderes de otros países dirán que el esfuerzo es válido e incluso loable, para seguir justificando su apoyo.
Una de las empresas que se planea que entreguen esta ayuda acaba de ser creada por Israel y Estados Unidos, con un nombre que encierra el enorme cinismo de esta operación: Gaza Humanitarian Foundation (GHF) o Fundación Humanitaria de Gaza. Para continuar con la simulación, su sede no está en Israel sino en Ginebra, Suiza, donde radican muchas otras organizaciones internacionales de bienestar. Las agencias de la ONU y otras entidades han advertido que colaborar con GHF podría hacerlas corresponsables de crímenes de guerra.
La “ayuda humanitaria” a cargo de mercenarios que cobran 1,100 dólares al día
Las otras dos son Safe Reach Solutions (fundada por un exjefe del Centro de Actividades Especiales de la CIA, Philip Raleigh) y UG Solutions (creada por Jameson Govoni, un soldado retirado de las Fuerzas Especiales de EU), compañías de mercenarios o “contratistas militares privados” involucradas en asegurar puestos de control (por ejemplo, en la carretera norte-sur de Gaza y en Netzarim). Ninguna de las dos es transparente sobre sus dueños, su financiación ni su historial operativo. La prensa israelí reportó el arribo de un centenar de “exoperadores de las Fuerzas Especiales, ofreciéndoles una compensación de 1,100 dólares diarios, un anticipo de 10 mil dólares y equipo, incluyendo rifles M4 y pistolas Glock”.
¿Por qué esconden su información estas compañías? Porque eso es precisamente “uno de sus principales argumentos de venta”, explicó el Dr. Sean McFate, excontratista y autor de “El mercenario moderno: ejércitos privados y lo que significan para el orden mundial”, al portal Responsible Statecraft. “La necesidad de no atribución en la guerra, la necesidad de una negación plausible para salirse con la suya, es uno de los impulsores del mercado de mercenarios”.
Su objetivo es explotar las lagunas jurídicas que crea el hecho de operar en el extranjero como personal no militar:
“No estábamos sujetos al Código Uniforme de Justicia Militar como civiles. No estábamos sujetos a las leyes iraquíes como empresas militares privadas, y las leyes estadounidenses no están diseñadas para regir a los civiles en zonas de combate”, declaró la excontratista de Blackwater Morgan Lerette, autora de “Armas, Chicas y Avaricia: Fui Mercenaria de Blackwater en Irak”. “No teníamos reglas de combate codificadas ni una cadena de mando definida. Era legalmente ambiguo”.
Esas compañías solo se encargarían de la distribución de la ayuda, que Israel no proveerá: su plan es que las organizaciones internacionales se la entreguen a sus nuevos contratistas, para que Tel Aviv se quede con el mérito de salvar a quienes está matando.
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