Israel mató a tres de sus ciudadanos cautivos. ¿Aceptará terminar la guerra?
En Gaza, "si ves a alguien, dispárale" / Todo está bien hasta que las víctimas son israelíes / Chile: fracasa el constituyente
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“Querido mío, ¿qué pasó contigo en esos momentos en que viste la luz? Después, todo se convirtió en oscuridad. Quien te abandonó también te asesinó”. con estas palabras, Ido Shamriz se despidió de su hermano Alon, de 26 años, uno de los tres jóvenes israelíes que fueron secuestrado por Hamás el 7 de octubre y que a los que el ejército de su propio país mató este viernes 15 de diciembre.
Quien los puso en esa situación mortal fue Hamás, no hay duda. Se los llevó de sus casas. Pero Ido tiene claro que quien los condujo tercamente a su terrible destino fueron el primer ministro Netanyahu, los militares y el gobierno ultraderechista de Israel, que los abandonaron y después los asesinaron.
De una forma traicionera hacia sus propios hombres, el ejército israelí acusó a los soldados que dispararon de haber roto las reglas de combate. Pero son muchos los testimonios que demuestran que unas pueden ser las reglas escritas en los manuales y otras son las que se ordena aplicar contra los palestinos: no son ni siquiera las de disparar primero y preguntar después; son las de matar sin preguntar, porque no hay duda que se interponga ante la determinación de eliminar a cuantos palestinos se pueda, solo cuidando que no se note demasiado. Discutiremos las evidencias más adelante, en este artículo.
En Israel, en contraste con el descrédito profundo, extenso e inédito de las clase política, en este momento no hay grupo con mayor legitimidad que el Foro de Familiares de Rehenes y Desaparecidos. Este 24 de octubre, visité su campamento de protesta frente al cuartel general del ejército en Tel Aviv, en la ahora rebautizada Plaza de los Rehenes, y grabé este video de abajo. Todos estaban profundamente indignados con Hamás. Pero sus exigencias estaban dirigidas hacia Netanyahu, como su representante electo, el que podía llegar a un pacto con Hamás que les devolviera a sus seres queridos.
La demanda era muy clara: aceptar lo que la milicia islamista había propuesto desde el día uno, el principio de “todos por todos”: la liberación de todos los israelíes en manos de la milicia a cambio de la liberación de todos los palestinos en manos de Israel.
Y pedían, además, un cese al fuego inmediato, ante la gravísima realidad de que bombardear Gaza es bombardear a los rehenes, y matar de hambre y sed a la población civil era matar también a los rehenes.
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Increíblemente, durante tres semanas, tanto Netanyahu como el ministro de Defensa Yoav Gallant se rehusaron a reunirse con aquellos por los que aseguraba luchar . Tuvieron que bloquear los accesos al cuartel general para que aceptaran una primera reunión. Luego volvieron a desentenderse de ellos hasta que los familiares hicieron una marcha de cinco días de Tel Aviv a Jerusalén y forzaron otro encuentro.
Lo conté en este video, que grabé en el mitin final, frente a la sede del gobierno:
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Estos esfuerzos no sirvieron de nada. Netanyahu y Gallant no tuvieron reparos en sostener un discurso evidentemente contradictorio: mantendrían la guerra hasta el final para alcanzar dos objetivos prioritarios: destruir definitivamente a Hamás y liberar a los rehenes. Solo que no es posible destruir a Hamás sin destruir a sus cautivos.
Los familiares no se cansaron de señalarlo. Con más fuerza cada vez que Hamás reveló muertes de rehenes a causa de los bombardeos. Y con más ahínco cuando el ejército israelí encontró cadáveres de secuestrados. Aunque la mayor parte de la prensa israelí le dio la espalda a la sociedad presentando los casos como “asesinatos en manos de Hamás”, exculpando por omisión al ejército que había dejado caer las bombas sobre ellos, a quienes lloraban cada día por esas víctimas les quedaba claro quiénes se aferraban a seguir amenazando sus vidas.
Esta vez, no hay manera de evadir la realidad: en el barrio de Shojaiya, parte de Ciudad de Gaza, los tres rehenes salieron sin camisa, para mostrar que no estaban armados; agitaban una bandera blanca y gritaban en hebreo para ser reconocidos. Evidentemente, no representaban una amenaza y aunque hubieran sido palestinos, el ejército debía detenerlos y respetar sus vidas.
Los soldados dispararon contra ellos a corta distancia, a sangre fría. Mataron a dos. Herido, un tercero corrió a ocultarse, aullando desesperado en hebreo que era israelí. Lo ejecutaron sin piedad. Los mismos cuya misión era rescatarlos
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En Gaza, “si ves a alguien, dispárale”
El principal eslogan propagandístico del ejército israelí es que es el “más humanitario del mundo” y “el más moral”. A pesar de que las evidencias lo desmienten.
La organización israelí “Rompiendo el Silencio” (Shovrim Shtika) está formada por veteranos del ejército que, como reclutas del servicio militar, siendo aún adolescentes cometieron crímenes contra palestinos y decidieron denunciarlo. Desde 2004, ayuda a otros muchachos en situación similar a tomar conciencia de lo que hicieron y a revelarlo. Así sabemos cuáles son las verdaderas prácticas del ejército israelí, más allá de su supuesta moralidad y de sus reglas de combate.
En Gaza, especialmente, su brutalidad es mayor, como muestra el informe “Así es como peleamos en Gaza”, con las confesiones de los soldados israelíes que invadieron la franja en 2014. Recojo dos como ejemplo:
Testimonio 17: “En realidad, no había reglas de combate. Eran más bien protocolos. La idea era que, si ves algo, dispara. “Nos dijeron: ‘no se supone que haya civiles ahí. si ves a alguien, dispárale’. Si representaba una amenaza o no, no era importante, y eso tiene sentido para mí”. Si le disparas a alguien en Gaza, está bien, no hay problema. En primer lugar, porque es Gaza. En segundo lugar, porque así es la guerra. Y eso también nos lo dejaron claro: Nos dijeron: ‘Que no te dé miedo disparar’. Y nos dejaron claro que no hay civiles ajenos (a Hamás)”.
Testimonio 35: “Una fuerza identificó a dos mujeres jóvenes caminando en una huerta, a 800 o 900 metros, cerca de mediodía. Enviaron al dron y el dron las implicó. Las vio con teléfonos, hablando, caminando. Y las mataron”. ¿Con base en qué? “Las palestinas seguro podían ver los tanques y el humo que salía del trabajo de los ingenieros. Después de eso, el comandante envió tres tanques a revisar los cuerpos. Encontraron los cuerpos sin armas de dos mujeres de 30 años. Las anotaron como terroristas. Si les dispararon, es porque debían ser terroristas”.
Todo está bien hasta que las víctimas son israelíes
Solo la izquierda y los pacifistas han denunciado la brutalidad de estas prácticas. Para la derecha, son algo correcto y para el resto de la sociedad, estaba bien olvidarse del conflicto porque las consecuencias las pagaban los palestinos.
Un caso bien conocido es de 2016 en Hebrón, Cisjordania, cuando el soldado Elor Azaria fue grabado en el momento de ejecutar al palestino Abdel Fattah al-Sharif, quien había sido herido tras atacar a un soldado con un cuchillo. Al-Sharif se hallaba tendido en el piso, sangrando profusamente e incapaz de moverse. Sin motivo, Azaria se acercó y le disparó en la cabeza. La parte más ruidosa de la opinión pública israelí lo proclamó héroe y protestó porque llevaron a Azaria ante un juez. Acusado de asesinato, la fiscalía rebajó el cargo a homicidio imprudencial. Tras nueves meses de cárcel, salió libre.
Así es que todo está bien hasta que estas prácticas comunes y aceptadas por la sociedad israelí también alcanzan a sus ciudadanos. Como a los tres jóvenes que salían del cautiverio a recuperar sus vidas pero encontraron la muerte a manos de sus compatriotas.
Otro ejemplo grabado en video es el de Yuval Castleman, el 30 de noviembre de este año.
Este abogado arrojó su arma al piso, levantó las manos, se arrodilló y, a solo unos metros de distancia, les rogó a los soldados que no lo mataran. Fue inútil. A sangre fría, lo asesinaron.
Era un héroe: Castleman (o Kestelman), quien estaba armado, fue el primero en responder cuando dos hombres de Hamás mataron a tres civiles e hirieron a seis en una parada de autobús en Jerusalén, y acabó con ellos. Al ver venir a los soldados, sabía que podía ser confundido y trató de entregarse.
No se lo permitieron.
El primer ministro Netanyahu le quitó importancia al asunto: "así es la vida, esas cosas pasan".
Pero la sociedad se está preguntando si no es ahora víctima de su propia tolerancia a estos asesinatos.
El ejército israelí les ha ordenado a sus tropas no matar a gente que se está rindiendo.
Un poco tarde.
¿Netanyahu cederá por fin?
Durante la semana de cese al fuego, Netanyahu y Gallant se presentaban ante los medios para celebrar cada vez que fueron liberados cautivos israelíes. Pero para anunciar el asesinato de sus tres conciudadanos por sus propias tropas, en una nueva muestra de cobardía evitaron dar la cara y enviaron al portavoz militar, el maestro en las artes de la mentira Daniel Hagari.
“Hasta un niño sabe que si esos tres jóvenes hubieran sido rescatados y traídos a Israel, el primer ministro hubiera festejado el éxito en todos los medios de comunicación”, escribió el periodista Yossi Verter en el diario israelí Haaretz.
Pero algunos esperan que este trágico caso ayude a vencer la resistencia de Netanyahu (cuya prioridad, como expliqué en este artículo, no es su país sino su propia supervivencia política) y sus aliados y abran el camino al fin de la guerra a través de lo que los familiares de los rehenes han exigido desde un principio: un acuerdo bajo el principio de todos por todos.
En el minuto 1.33 de este video se muestra el momento en que en un mitin del Foro, Danielle Aloni, una de las liberadas durante el cese al fuego, pide “no abandonen a los rehenes, debemos actuar now, se necesita un acuerdo hoy, ¡tráiganlos a casa ya!
A esto se suma una serie de malas noticias, como operaciones fallidas con alto número de bajas israelíes, la muerte en combate del hijo de un importante político y, por supuesto, la presión del presidente estadounidense Joe Biden, que si bien sostiene el apoyo militar, diplomático y económico a Israel, ya dice abiertamente que es tiempo de concluir la campaña bélica.
Los analistas israelíes han estado encontrando señales de que un debilitado Netanyahu estaría empezando a ceder, a pesar de la muy vocal oposición de sus ministros de Seguridad (Itamar Ben-Gvir) y Finanzar (Bezalel Smotrich). Y este domingo se conoció que las negociaciones entre funcionarios de la agencia de inteligencia israelí Mossad y del gobierno de Qatar -como intermediario-, que habían sido suspendidas, han vuelto a celebrarse “con resultados positivos”, mientras que fuentes egipcias de seguridad le dijeron a la agencia Reuters que tanto Israel como Hamás están “abiertos a un cese al fuego”.
Desde el principio de la guerra, los analistas más fríos advirtieron que el planteamiento bélico -establecido desde la furia- no conduciría a la derrota de Hamás, sino que enredaría a Israel en una situación todavía más difícil de resolver.
Como escribe Verter: a 72 días de combates, “Hamás sigue peleando. Su cúpula no ha sido golpeada. Los objetivos de Israel no han sido alcanzados. Alrededor de 100 mil israelíes han sido evacuados en el sur y en el norte. Y la economía está en problemas. Pero el primer ministro solo está pensando en la política”.
Los familiares de los rehenes, el presidente Biden y la realidad de la guerra le están torciendo el brazo, sin embargo. Quizás se vea finalmente obligado a ceder.
Cambiando de tema…
CHILE: Fracasa el proyecto derechista de Constitución… y lo derrotan las clases media y alta.
Pues este domingo 17, a los cuatro años, murió el intento por darle a Chile una Constitución distinta de la que hizo Pinochet en 1980. Murió no porque la gente no la quisiera reemplazar, sino porque los campos políticos trataron de hacerla a su gusto, sin concesiones, y terminaron elaborando proyectos intragables para el conjunto de la sociedad.
Primero fueron las izquierdas, que dominaron el primer constituyente. Luego fue el turno de las derechas, que hegemonizaron el segundo y no aprendieron del error.
Cada sector se sirvió la lista completa de sus deseos, olvidando que quien tiene la palabra fila es el electorado en su conjunto, que en cada caso, emitió un rechazo amplio y contundente: 61% en contra el año pasado, 55% en contra ayer.
Campañas, debates, esperanzas y presupuestos sirvieron para poco, excepto dejar lecciones para Chile y América Latina: los consensos solo se construyen buscándolos.
Lo que resulta curioso y requiere el análisis que esperamos de nuestros colegas chilenos, es que, en este último proceso, las clases alta, media alta y media votaron contra el texto de las derechas... la clase media baja, quedó partida en dos... y las que votaron a favor de la propuesta conservadora fueron las clases bajas.
¡Muchas gracias por acompañarme hasta el final!
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