#Explicador. Viernes: ¿La Haya le ordenará a Israel el cese al fuego en Gaza o cerrará el caso?
La Corte Internacional de Justicia, en la encrucijada más difícil de su historia / Anuncio a las 13 hrs de Bruselas / Entre una y otra opciones, hay más alternativas
La Corte Internacional de Justicia (distinta del otro tribunal de La Haya, la Corte Penal Internacional) está entre la espada y la pared, en el proceso más difícil de su historia.
La CIJ y el Estado de Israel fueron creados en el mismo año, 1948, como resultado del mismo crimen supremo, un genocidio. El del Holocausto.
Para uno de los polos en pugna, el primer deber existencial de la Corte, no escrito pero implícito, es proteger al pueblo judío, y por lo tanto, a Israel. Que este país sea acusado y procesado por ella es escandaloso y el caso debe ser rechazado.
Para el polo opuesto, la Corte debe ser capaz de juzgar y condenar a cualquier Estado responsable de grandes crímenes, y si no lo hace con Israel, perderá su autoridad, su credibilidad y su propósito.
Este viernes a las 13 horas de Bruselas (al amanecer en América), la CIJ anunciará si considera que el asunto es o no de su competencia; y si sí lo es, si la acusación por genocidio presentada por Sudáfrica contra Israel tiene méritos suficientes para que Israel sea considerado sospechoso de genocidio y por lo tanto, que se concedan todas o algunas de las medidas de emergencia solicitadas por Sudáfrica.
No se juzga todavía a Israel. El proceso tardará años, si continúa. Pero la población bajo ataque no tiene tiempo de esperar una sentencia.
¿Quiénes forman la CIJ y cómo toma sus decisiones?
A los 15 jueces que conforman la Corte, cada uno de países diferentes, se sumaron otros dos, uno nombrado por la acusación, Sudáfrica, y otro por la defensa, Israel. Evidentemente, la decisión no puede ser unánime. Se toma por mayoría.
Los jueces son electos por un término de 9 años.
La presidenta Donoghue, de Estados Unidos; el vicepresidente Gevorgian, de Rusia; así como los de Jamaica y Marruecos concluyen su periodo y serán reemplazados el 6 de febrero. No llevarían el proceso pero ahora contribuirán a decidir si se inicia o se desecha.
Sudáfrica está representada por Dikgnang Moseneke, quien fue vicefiscal general.
El gobierno israelí de Benjamín Netanyahu escogió a una figura que hasta hace solo cuatro meses solía descalificar, el expresidente de la Suprema Corte Aharon Barak. Fue un destacado opositor a la fracasada reforma judicial del primer ministro. Pero como sobreviviente del Holocausto (nació en Lituania en 1936), su presencia sirve para recordar la tragedia judía.
¿Votarán con base en sus convicciones, en la ley o de acuerdo con sus gobiernos?
Los más cínicos -o realistas, creen ellos- aseguran que será de la última manera.
Un columnista del Jerusalem Post encuentra, entre los 15 jueces, un empate a seis y tres votos decisivos:
A favor de Israel, “las democracias occidentales”: Estados Unidos, Alemania, Eslovaquia, Francie, Japón y Australia.
A favor de Sudáfrica/Palestina: Líbano, Somalia, Marruecos, Brasil, China y Rusia.
Los votos no previsibles serían los de Uganda, Jamaica e India.
¿Cuáles son las medidas de emergencia solicitadas?
Que Israel suspenda sus operaciones militares en y contra Gaza.
Que las organizaciones militares israelíes no escalen más las operaciones militares.
Que Israel permita el acceso adecuado a comida, agua, combustible, alojamiento, higiene y sanidad.
Que Israel prevenga la destrucción de la vida palestina en Gaza.
Que Israel no destruya evidencia relevante para las acusaciones sudafricanas en su contra, ni impida el acceso a Gaza de organizaciones internacionales como misiones de investigación para que sea preservada esa evidencia.
¿Qué medidas se cree que podría tomar la CIJ?
Escenario 1: Que la CIJ otorgue todas las medidas solicitadas.
Escenario 2: Que otorgue solo algunas de las medidas. Por ejemplo, que ordene que Israel permita la entrada de ayuda humanitaria pero no el cese al fuego.
Escenario 3: Que rechace todas las medidas, y aún así, acepte que la acusación tiene méritos suficientes para continuar el proceso. También podría ordenar otras medidas.
Escenario 4: Que decida que no tiene competencia o que el caso no tiene méritos y lo rechace.
Si la Corte ordena alguna o todas las medidas, ¿Israel lo acatará?
Israel ha despreciado una y otra vez a “la otra corte”, la Penal Internacional. Pero la CIJ es diferente, por su origen, porque es la más importante del mundo y porque Israel es firmante de la Convención contra el Genocidio. Aún así, hay preocupación sobre qué tan dispuesto está a someterse a sus decisiones.
Tanto Netanyahu como sus aliados de la coalición de gobierno han hecho explícita su determinación de continuar con las operaciones militares “hasta destruir a Hamás”, sea como fuere. Si la Corte ordena el cese al fuego e Israel lo rechaza, el asunto sería elevado al Consejo de Seguridad de la ONU… donde Estados Unidos y Gran Bretaña poseen poder de veto. Los otros trece países miembros del Consejo podrían votar por el cese al fuego (asumiendo que esa sería la posición de Francia) sin que la resolución tuviera valor alguno.
Si ordena medidas menores, Israel podría asegurar que las cumplirá y hacer como con la ayuda humanitaria: dejar pasar solo una pequeña fracción de la que se necesita pero decir que está protegiendo a la población civil de Gaza.
Ya en 2004, la ICJ sentenció que el muro de separación que Israel construyó en territorio palestino de Cisjordania es ilegal, sin que esto tuviera consecuencia alguna.
Si la Corte decide que hay méritos para continuar el proceso, independientemente de las medidas que ordene, se espera que en su resolución reprenda a Israel por su conducta y declare que hay indicaciones de que estaría violando las obligaciones que tiene bajo la Convención sobre la Prevención del Genocidio.
Es decir, que Israel, el país formado por víctimas de genocidio, es formalmente sospechoso de intentar cometer genocidio o de incitar a ello.
Vale, sí, pero entonces… ¿qué le importa a Israel que sospechen de él o no? De todos modos, no va a hacer caso.
Por un lado, el tema ya causa consternación y debates de alto nivel emocional en la sociedad israelí. En Mundo Abierto, traduje un artículo de Dalia Scheindlin titulado “Los israelíes no pueden entender cómo pueden ser acusados de genocidio”. Será impactante que una parte de la sociedad vea a su país como culpable por un crimen como aquel por el que tanto se ha llorado y reflexionado durante 80 años. Y eso tendrá consecuencias políticas.
Pero a los analistas, políticos y empresarios no se les pasa el antecedente que provee nada más que quien los acusa, Sudáfrica. El régimen racista del Apartheid pareció invulnerable mientras jugó un papel instrumental durante le Guerra Fría y tuvo el apoyo incondicional de Occidente. Pero la Unión Soviética cayó y las denuncias por las injusticias y los crímenes tornaron a la opinión pública mundial en su contra, forzando a sus aliados a abandonar su protección. Las sanciones internacionales de diverso tipo, especialmente las comerciales, hirieron la economía mientras crecía el activismo de la mayoría negra. Hasta que los blancos tuvieron que ceder el poder en 1994.
La brutalidad de los ataques de Hamás del 7 de Octubre provocó una ola de indignación y solidaridad con Israel tan grande que su gobierno pensó que podía hacer lo que se le antojase, que el exterminio en Gaza sería comprendido o ignorado por el mundo.
Pero no fue así. La enormidad de los crímenes que están cometiendo desgastó rápidamente el apoyo y provocó una poderosa reacción adversa, que no ha parado de crecer y cuyo impacto no es posible determinar ahora, pero saben que será de gran magnitud (no solo para Israel, sino para las comunidades judías en el mundo, para las que los riesgos han aumentado).
Para Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y otros, cada vez es más difícil justificar su respaldo, convencer a sus pueblos de que es moral y ético apoyar la matanza masiva de niños.
La decisión de musulmanes, pacifistas, izquierdistas, liberales y otros grupos de no votar por Biden u oponerse a él, amenaza con hacerle perder algunos estados clave, que son pocos pero vitales en una contienda cerrada (y le darían el triunfo a alguien peor, Donald Trump).
La papa caliente que tiene en las manos se le hará bomba con mecha encendida si sigue apoyando la guerra de un sospechoso de genocidio.
Esta condición, advierte el diario Haaretz, “provocaría el aislamiento político de Israel, boicots y sanciones contra el país o contra compañías israelíes, y otras sanciones en la arena internacional”.
Es decir: ponerlo en la ruta al abismo del régimen racista de Sudáfrica.
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