Pronto en Gaza: un campo de concentración que no soñó ni Hitler
Encierro para 2 millones de personas / Juristas israelíes advierten no sobre el dolor humano sino de las graves consecuencias legales
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Contenido:
1- Nueva campaña israelí: antes era “no hay hambre en Gaza”; ahora, “sí hay pero es culpa de la ONU”
2- Pronto en Gaza: un campo de concentración que no soñó ni Hitler
3- VIDEO: El elefante Trump en Medio Oriente. Una charla en El Chamuco con Rapé Monero.
4- VIDEO: Debatimos en France 24 sobre la intervención israelí en Siria
5- VIDEO: Disidencia en Israel: protestan con imágenes de niños gazatíes
Nueva campaña israelí: antes era “no hay hambre en Gaza”; ahora, “sí hay pero es culpa de la ONU”
El ejército israelí y COGAT (Coordinación de Actividades del Gobierno en los Territorios ―no los llama “palestinos”―) han lanzado una nueva campaña en la que aseguran que Israel está dejando pasar toda la ayuda humanitaria que hace falta para que la repartan las agencias de la ONU, pero el problema es que no la recogen.
La maniobra no sería tomada en serio si no tuviera como objetivo alimentar la maquinaria de propaganda, para que miles de personas dedicadas a la hasbará la repliquen y utilicen para desacreditar, en todo el mundo, a quienes alertan sobre el deliberado estrangulamiento de Gaza mediante el hambre y la sed.
Quieren convencer de que Israel hace todo lo posible por salvar a la gente de Gaza, sobre todo a los bebés ―es falso que los bombardee―, pero las organizaciones que siempre los han ayudado, ahora han decidido matarlos de hambre para hacerlo quedar mal.
Mucha gente lo repite como verdad incuestionable.
Artículo principal
Pronto en Gaza: un campo de concentración que no soñó ni Hitler
Por Témoris Grecko
El 20 de enero de 1942, en el suburbio berlinés de Wannsee, 14 altos oficiales nazis se reunieron para discutir la “solución final” del “problema judío”. En la película “La Conferencia de Wannsee. Cuando la humanidad perdió la guerra” (disponible en castellano como “La Conferencia”, en Prime Video. Dir. Matti Geschonneck. Ver tráiler.), basada en los documentos producidos en ese encuentro, asistimos horrorizados a la frialdad con que los funcionarios alemanes debatieron qué hacer con los once millones de judíos que estimaban que había en Europa. Las confrontaciones fueron severas y radicales, pero no acerca de la vida o el dolor humano, sino sobre las enormes dificultades logísticas, cómo abaratar los costos económicos y quién ganaba o perdía ventajas políticas respecto a sus colegas.
Ahora, 83 años después, políticos, militares, espías y planificadores del gobierno israelí también discuten los retos que implica deshacerse de los 2.2 millones de palestinos de Gaza ―en parte porque no han logrado que el vecino Egipto ni algún otro país acepte recibirlos― y quién gana o pierde posiciones en la competencia interna de la coalición oficialista.
Como sus predecesores nazis, los sionistas de ahora están llegando a la conclusión de que hay que encerrar a la gente para someterlos a un control absoluto. La diferencia es que no cuentan con extensos territorios para establecer múltiples campos y, además, mantenerlos relativamente ocultos de la vista pública.
Como esto último en realidad les ha dejado de importar, en vista de que las potencias occidentales que los arman, financian y protegen les permiten llevar a cabo el exterminio con toda libertad, actúan como quienes ya presupuestaron que sus líderes serán encontrados culpables de crímenes contra la humanidad, y su país de genocidio, pero les da igual, pues están convencidos de que nada de eso tendrá consecuencias.
Una vez considerado que no necesitan esconder nada, es más fácil resolver la falta de espacio con masividad.
El campo de concentración de Auschwitz (incluyendo Auschwitz I, Birkenau y Monowitz) llegó a albergar a 100 mil prisioneros al mismo tiempo, lo mismo que el de Buchenwald. Los siguientes en tamaño fueron los de Mauthausen (85 mil), Dachau (60 mil) y Sachsenhausen (50 mil).
Según Israel Katz, el ministro de Defensa de Israel que presentó el plan, el nuevo campo en Gaza será ubicado en las ruinas de lo que fue la ciudad sureña de Rafah, tendrá capacidad inicialmente para 600 mil personas y eventualmente, para la totalidad de la población, dos millones 200 mil, descontando los muertos, los incapaces de llegar y los que no serán admitidos.
Ante la ambición del proyecto, los nazis de Wannsee se quedarían con la boca abierta.

“El campo de concentración más moral del mundo”
Como a los altos oficiales de la conferencia de Wannsee, lo que preocupa al primer ministro Netanyahu es el tiempo y el costo. La primera estimación que le dieron es que la construcción tardaría un año y costaría hasta 20 mil millones de shekels (5 mil 900 millones de dólares). Su jefe se enojó, exigiéndoles una propuesta más “realista”, pues “tiene que ser más corto, más barato y más práctico”, según el Times of Israel.
“Israel quiere construir el campo de concentración más moral del mundo”: con este titular de su artículo editorial institucional, el diario Haaretz se burlaba del eslogan que insisten en repetir los propagandistas del “ejército más moral del mundo”, que según ellos es el israelí.
Además, el periódico señala lo obvio: se trata de una estructura similar en concepto y dimensiones, aunque sea muchísimo mayor en tamaño, que las que los nazis emplearon contra los judíos y otros grupos humanos.
Es un nuevo paso en la actualización israelí de los métodos y recursos hitlerianos.
Aunque para gran parte del público occidental, la palabra ghetto (o gueto: así llamaban al barrio judío de la Venecia medieval) se ha diversificado como un lugar de encierro no solo para judíos, sino también para minorías étnicas, religiosas y económicas, en Israel y en la diáspora judía sigue teniendo la fuerte connotación del sufrimiento propio.
El periodista israelí Gideon Levy sabe bien cómo resuena en su gente cuando decide utilizarla, también, al respecto de la propuesta para Rafah:
El Estado judío está construyendo un ghetto . ¡Qué oración tan horrorosa! Ya es bastante malo que el plan se presentara como si pudiera ser legítimo —¿quién está a favor de un campo de concentración y quién en contra?—, pero a partir de ahí, el camino podría acortarse hacia una idea aún más horrorosa: alguien podría sugerir un campo de exterminio para quienes no superen el proceso de selección a la entrada del ghetto. Israel está asesinando masivamente a los residentes de Gaza de todos modos, así que ¿por qué no agilizar el proceso y salvar la vida de nuestros valiosos soldados? Alguien también podría sugerir un crematorio compacto sobre las ruinas de Khan Yunis, cuyo acceso, como el del gueto cercano de Rafah, sería puramente voluntario. Por supuesto, voluntario, como en la «ciudad humanitaria». Solo la salida de los dos campos dejaría de ser voluntaria. Eso es lo que propuso el ministro.
Porque se trata, por si alguien tuviera dudas, de una idea “humanitaria”. Es así como llaman también a la ratonera operada por mercenarios para masacrar hambrientos desesperados por “ayuda”, Fundación Humanitaria de Gaza.
El ministro de Defensa la está vendiendo con ese nombre: no campo de concentración ni ghetto, será una “ciudad humanitaria”, y quien sostenga lo contrario es un antisemita o un judío auto-odiante (self-hating Jew), el término que usan para descalificar sin discusión a la disidencia judía.
Para empezar, dijo Katz, trasladarán a la gente que está refugiada en la “zona humanitaria” (aunque los bombardean sin parar) de al Mawasi, en el sur, no lejos de Rafah. Habla de 600 mil personas que deberán superar un “chequeo de seguridad”.
¿Qué pasará con quienes no lo superen? Porque son miembros de las milicias palestinas, o familiares o amigos de ellos, o porque haya sospechas, no entiendan o no obedezcan las órdenes, no puedan moverse como se les indica (por edad, heridas o mutilaciones) o simplemente se presenten en un mal momento ante un mercenario malhumorado?
Katz no lo ha dicho pero es improbable que los dejen regresar a los escombros, aunque no haya comida ni agua ahí y su muerte sea muy probable: optarán por no dejarla al azar.
Aunque la coordinación está a cargo del director general del Ministerio de Defensa, Amir Baram, la “ciudad humanitaria” no estará controlada por el ejército, que solo asegurará el perímetro para no poner en riesgo a sus soldados, sino por los que Katz llama “socios internacionales”, que como se ve en los sitios de la Fundación Humanitaria, son “contratistas privados”, o sea, soldados a sueldo: más mercenarios.
Los políticos israelíes no se ahorran bromas crueles para pintar una fantasía bienhechora que nadie cree que pretendan construir. Una fuente gubernamental le dijo a Haaretz que en la “ciudad humanitaria” “tendrán hospitales y abundante comida Tal como dijo el primer ministro, en mi opinión, se les puede dar helado Ben & Jerry's”.
Eventualmente, adelantó Katz, tendrán que concentrarse en el megacampo los más de 2 millones de sobrevivivientes de Gaza, a quienes no se les permitirá salir de ahí.
O salir hacia el norte, al resto de la franja. La idea de apretarlos contra la frontera de Egipto es generar condiciones de vida, o más bien de existencia, todavía más insufribles que las que ya los laceran, una presión demográfica hacia el sur que fuerce a alguien ―en principio, a Egipto, pero si se sigue resistiendo, a otro país― a aceptarlos y culminar así la limpieza étnica y la anexión.
Las redes se están llenando de videos de niños y adultos muertos de hambre, con cuerpos vivos y muertos que parecen extraídos de los campos nazis: quienes se rehusen a ser ingresados en la “ciudad humanitaria”, saben que ese será su destino.
Al estilo del video realizado con inteligencia artificial el año pasado, que ilustraba una Gaza convertida en balneario para súper-ricos, en el que convivían Donald Trump y Elon Musk, los ministros israelíes están tuiteando uno nuevo, en el que esta vez no le dieron lugar a Musk pero que muestra que la idea echó raíces entre ellos.
Ubicación del megacampo de concentración
Israel todavía no ha publicado un mapa de la ubicación exacta del campo de concentración. el diario mexicano La Jornada elaboró el siguiente, con los datos disponibles.
Israel dividió la pequeña Gaza (42 kilómetros de largo y de 6 a 13 de ancho) en dos grandes zonas: después de declarar “zonas militares” o “de evacuación” casi todo el territorio (color beige), la población ha sido apretujada en tres bolsones (color gris): arriba, aislado, el de Ciudad de Gaza; y abajo, siguiendo la línea costera, hay dos conectados entre sí, el de Deir al Balah y Al Mawasi.
Además, han trazado tres líneas rojas que están militarizadas y que nadie puede cruzar sin perder la vida: el de arriba es el de Netzarim; abajo hay dos, Filadelfia y Morag: entre esos dos estaba la ciudad de Rafah y quedaría encerrada la “ciudad humanitaria”.
Aunque el campo probablemente será más pequeño, como referencia sirve saber que el área entre ambos corredores mide 65 kilómetros cuadrados: es equivalente a la alcaldía Coyoacán, de Ciudad de México; a la vigésima parte de la Ciudad de Los Angeles; a menos de un tercio del Distrito Capital de Argentina; o a la mitad del distrito madrileño de Fuencarral-El Pardo.
Alarma en Israel: académicos advierten que militares y políticos cometerán limpieza étnica y genocidio
El Cuarto Convenio de Ginebra y el derecho internacional consuetudinario prohíben el “traslado forzoso en masa” y la deportación de una población civil. Solo permiten las evacuaciones por seguridad de esa población o por “razones militares imperativas”.
La Convención de Ginebra también estipula que deben ser temporales y toda persona evacuada debe ser trasladada de regreso a su hogar “tan pronto como hayan cesado las hostilidades en la zona en cuestión”.
Además, si se realizan evacuaciones, se deberá proporcionar alojamiento adecuado a la población civil y las evacuaciones deberán realizarse “en condiciones satisfactorias de higiene, salud, seguridad y nutrición”.
Además, el Estatuto de Roma, documento fundador de la Corte Penal Internacional (CPI), incluye “la deportación o el traslado ilegal o el confinamiento ilegal” como crímenes de guerra, y “la deportación o el traslado forzoso de población” como crímenes de lesa humanidad.
Aunque Israel no es signatario del Estatuto de Roma y argumenta que la CPI no tiene jurisdicción sobre sus ciudadanos, Palestina sí lo es y lo que suceda en su territorio (Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este son reconocidos como tal, y no como parte de Israel) le compete a la CPI.
Varias importantes figuras israelíes, como el exprimer ministro Ehud Olmert, han considerado que este plan es tan grave y peligrosos que han roto la unidad públicamente.
La crítica con mayor peso, tanto por su fundamentación legal, como por quienes la hacen y desde qué perspectiva, es una carta que 16 académicos israelíes de facultades de derecho escribieron a los jefes militares, el fiscal general y otros funcionarios, para advertir contra “la clara y explícita ilegalidad inherente al plan de concentrar la población de Gaza”, pues constituiría crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por los que ellos podrían resultar responsabilizados: el tono no es de alarma por el sufrimiento humano sino de preocupación por las consecuencias jurídicas.
Dos de los firmantes las entienden bien, pues han defendido a Israel en La Haya y conocen los argumentos en su contra: Eyal Benvenisti, en el caso de genocidio presentado por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia, y Yuval Shany, quien presentó escritos amicus curiae ante la CPI.
En la misiva, señalan que las evacuaciones no se realizarán desde ninguna zona específica de hostilidades en Gaza, sino desde todo el territorio, lo que pone en duda la imperiosa necesidad militar del plan. También subrayan que no se ha presentado ninguna justificación legítima de protección o necesidad militar, así como que el estado de la infraestructura en Rafah, totalmente arrasada, es insuficiente para proporcionar condiciones humanitarias o higiénicas mínimas para las 600 mil personas que intentan reubicar al principio.
Aunque no usan la palabra “campo de concentración”, sí emplean otra muy fuerte y una equivalente:
“En nuestra opinión, si este plan se materializa, no sería una evacuación en el sentido legal, sino más bien el establecimiento de un campo de detención masiva, cuyo objetivo principal es la limpieza étnica y la expulsión”.
Tampoco utilizan “genocidio”, pero sí, de nuevo, una similar, así como la descripción legal del crimen de crímenes, al advertir que:
“existe un alto riesgo de que, dadas las pésimas condiciones humanitarias en Gaza, y específicamente si la población se ve empujada a una zona pequeña, el crimen de exterminio pueda materializarse debido a la probable creación de condiciones de vida que conduzcan a la destrucción de parte de la población”
La “concentración de civiles bajo extrema densidad y en las condiciones humanitarias existentes”, prosiguen, podría interpretarse como la “imposición deliberada a un grupo de condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial”, que es una de las definiciones de genocidio.
Y reafirmaron el principio de que los oficiales y soldados no deben obedecer una “orden manifiestamente ilegal” como la de ejecutar este plan, por lo que que deberían rechazarla.
VIDEO: el elefante Trump en Medio Oriente
Una charla amena en El Chamuco con monero Rapé.
VIDEO: Debatimos en France 24 sobre la intervención israelí en Siria
Este lunes participé en el programa El Debate del canal France 24 para analizar con el periodista argentino Augusto Grilli Fox la situación en Siria y el papel de Israel como gran alimentador y explotador de los conflictos internos para condenar a su vecino a la división y la guerra civil permanente.
VIDEO: Disidencia en Israel: protestan con imágenes de niños gazatíes
De Alon Lee Green, co-director del Movimiento Judío-Árabe por la Paz, la Igualdad y la Justicia Social en Israel. 22 de julio.
“Lo que está sucediendo ahora en Tel Aviv: marchamos con las imágenes de los niños de Gaza que murieron de hambre a manos de nuestro gobierno y nuestro ejército. No podemos aceptarlo. Llamamos a la gente a rechazar el hambre, a rechazar la matanza, a rechazar la aniquilación”.
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