Cobertura Palestina-Israel. 18/oct bis.
Desde CDMX. Contra el antisemitismo y la islamofobia.
La bruta crueldad de Hamás y del gobierno de Israel no debe ser pretexto para el racismo.
Ni para la islamofobia ni para el antisemitismo: los asesinos que luchan no representan más que a los violentos, y toman como rehén a la población civil.
Es triste porque, entre tanto dolor y tanta indignación, varias de mis amistades judías -con las que solía compartir el deseo de una paz fructífera para ambos pueblos- han endurecido su postura y se han alejado de mí porque no la comparto.
Pero no ocurre así con todas. Otras han fortalecido sus convicciones de que no se puede seguir postergando una solución.
En la noche del sábado, en un evento del festival de cine documental DocsMX, se me acercó una joven mexicana judía a agradecer el trabajo que he estado haciendo para explicar las claves del conflicto.
Yo no tenía el gusto de conocerla. Me dijo que las cosas no están muy bien dentro de su familia, donde hay divergencias fuertes sobre lo que está pasando. Pero varios de sus parientes están pidiendo el fin de los bombardeos, del bloqueo y de la violencia, y poner por delante el rescate de los rehenes y la exigencia de una paz digna para todos.
Como lo hacen tantos grupos de judíos en el mundo (chequen las protestas de Jewish Voice for Peace).
Por pura coincidencia, cuando ella me habló yo estaba justamente conversando con Suha Araj, una cineasta palestina a la que conocí en Beirut hace muchos años.
Las presenté. Intercambiaron puntos de vista. Y se despidieron con un enorme, fuerte, emocionante abrazo.
Hay futuro.
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(Hace un par de años publiqué este texto sobre judíos israelíes a los que vi luchando hombro con hombro con palestinos en Cisjordania )