Cese al fuego electoral en Gaza: a Biden le urge, Netanyahu juega con él
Cese al fuego electoral en Gaza: a Biden le urge, Netanyahu juega con él
El israelí “propone” condiciones que sabe inaceptables para Hamás / Quiere retener “activos estratégicos”
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La indignación por el genocidio en Gaza está provocando rispideces internas en el Partido Demócrata, rumbo a las elecciones presidenciales. Ahora sí, tras 10 meses de matanzas, el presidente Joe Biden tiene prisa por un cese al fuego “duradero” (lasting). Su secretario de Estado, Anthony Blinken, dijo que esta era la mejor y tal vez última oportunidad de alcanzarlo, y que Hamás tiene que aceptar la propuesta que le presentaron porque el primer ministro israelí ya lo hizo.
Pero los hechos indican que Netanyahu, consciente de las presiones sobre los demócratas (y por si fuera poco, siendo favorable a una victoria republicana), otra vez pone por delante sus intereses personales y los de su coalición para jugar con la Casa Blanca y con miles de vidas, y sabotear por adelantado las posibilidades de un acuerdo.
Hamás ha señalado que no es que Netanyahu haya aceptado el plan propuesto por E.U., sino al revés: Washington abandonó el propio para adoptar el israelí.
Que tiene condiciones que la milicia palestina no puede aceptar, porque pondrían en evidencia que para lo que sirvió su ofensiva del 7 de Octubre no es avanzar sus objetivos sino volver a poner Gaza bajo ocupación militar, a un costo humano terrible.
Retirada parcial
En primer lugar, está la liberación de los rehenes tomados por ambos bandos: 109 israelíes (incluidos unos 36 muertos) a cambio de cientos de palestinos. El problema es que Tel Aviv ha capturado a unas cinco mil personas en estos diez meses, elevando la cifra total de detenidos a unos 10 mil: sería difícil para Hamás liberar a una fracción y mostrarlo como ganancia.
En segundo lugar, está la duración del alto al fuego: Hamás no puede entregar su principal baza de negociación -los rehenes- sin garantías de que Israel no los va a recibir para volver a atacar en cuanto pueda. Netanyahu no acepta tal compromiso.
Después está la presencia militar israelí: Hamás exige la retirada de la totalidad de Gaza; el plan de Blinken dice que solo “de las zonas habitadas”, lo que implica la permanencia en parte del minúsculo territorio.
Además, Netanyahu quiere seguir controlando lo que él llama “activos estratégicos”, principlamente dos de gran envergadura que mencionaré a continuación.
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La frontera egipcia y Netzarim
El primero es un corredor de cien metro de ancho, a lo largo de la totalidad de los 14 kilómetros de frontera con Egipto, desmilitarizado en 1979 bajo los acuerdos de paz de Camp David. Los israelíes y estadounidenses lo llaman Philadelphi y los palestinos, Salah-al-Din (Filadefia y Saladino).
Esto incluye el paso de Rafah, el único que no va a Israel y que, por lo tanto, podía ser utilizado para el paso de bienes y personas con menor vigilancia israelí. Hasta que lo tomaron sus tropas en mayo.
Bajo el corredor mencionado, los gazatíes mantienen túneles que constituyen la única forma de que algo entre o salga de la franja sin que Israel pueda saberlo o detenerlo. Son las únicas venas relativamente libres de Gaza hacia el exterior. Netanyahu argumenta que cercenarlas es vital para la seguridad de su país.
Netzarim -es su nombre en hebreo-, por otro lado, es un corredor de siete kilómetros que divide Gaza en dos y que el ejército israelí tomó y fortificó, para convertirlo en un instrumento de control de la población y en base de lanzamiento de operaciones militares terrestres.
Si lo retiene, el sur y el norte de Gaza quedarían permanentemente desconectados, la población tendría que sujetarse a los tiempos y condiciones que le exijan para cruzar y la presión bélica sobre las milicias palestinas sería mayor.
En Cisjordania, este tipo de corredores ha servido para fragmentar el territorio en muchos bolsones habitados, separando ciudades y aldeas, haciendo mucho más difícil la vida de la gente y consolidando la inviabilidad de un Estado palestino.
Una cosa se dice en inglés; en hebreo, otra
En un análisis de Alon Pinkas, el exdiplomático y experto en temas militares del diario israelí Haaretz, se explica que solo Anthony Blinken cree que Netanyahu en verdad aceptó pactar el cese al fuego. El título lo resume: “Nuevamente engañados: EE.UU. de alguna manera escuchó a Netanyahu decir ‘sí’ a un acuerdo con Gaza. No lo dijo”.
“Para empezar”, escribe Pinkas, “todo lo que Netanyahu realmente puede ofrecer a Blinken es una respuesta positiva tentativa en inglés, para después agregar estipulaciones y aclaraciones en hebreo que anularían lo que dijo en inglés”.
Además, Netanyahu no se manda solo cuando se trata de buscar una solución. Su gobierno -y en este momento, su carrera política- depende de dos ministros ultraderechistas que han dicho que abandonarán al primer ministro si este no prosigue la guerra no solo hasta eliminar a Hamás, sino hasta expulsar a la población de Gaza para repoblarla con judíos.
Los observadores señalan que el hecho de que estos políticos fascistas no estén atacando a gritos el acuerdo que supuestamente aceptó Netanyahu revela que saben que en realidad no lo aceptó.
Las prioridades en el gobierno de Netanyahu no son las de Biden y los demócratas, por supuesto. Ni siquiera las del pueblo israelí en su conjunto: unos tratan de guerrear hasta vencer o morir y el otro, de aferrarse al poder.
Nada ha cambiado en Israel con las encuestas en Estados Unidos.
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