Sde Teiman: el Guantánamo israelí donde torturan y asesinan a inocentes
Una rebelión de soldados resalta sistemáticos crímenes de guerra contra detenidos en Gaza / Los responsables son llamados "héroes"
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No los acusa de ser miembros de Hamás o de otra milicia, ni de algún crimen: el ejército encierra en los campos de detención de Sde Teiman, Anatot y Ofer a hombres de Gaza contra los que no presenta ningún cargo. Tampoco les reconoce el derecho a pedir explicaciones sobre su detención, tener un abogado ni a defenderse ante un juez. Ni ante nadie: estos rehenes atados, con los ojos vendados, son sometidos a torturas de manera sistemática, además de a las agresiones espontáneas que cualquier soldado quiera cometer contra ellos, sin importar si les provocan daños graves o la muerte.
Israel convierte a seres humanos en cucarachas para pisar por antojo.
La brutalidad es tal que fue inevitable que las denuncias se abrieran paso hasta la opinión pública: de tres empleados del lugar, de un médico y un abogado que lo visitaron, y de un periodista palestino detenido, cuyo destino se desconoce. Las organizaciones Amnistía Internacional y Médicos por los Derechos Humanos, además de medios como CNN, Al Jazeera y el New York Times, publicaron reportes sobre lo que comparan con los conocidos abusos cometidos por fuerzas estadounidenses contra prisioneros en Guantánamo, Cuba, y en Abu Ghraib, Irak.
El escándalo forzó al ejército a abrir una investigación en Sde Teiman, para lo cual este lunes 29 de julio la policía militar detuvo a nueve soldados que llamó a declarar sobre un solo caso, el de un palestino que mostraba señales de serios daños físicos que le impiden caminar, sobre todo anales.
Ministros y parlamentarios de la coalición gubernamental de extrema derecha, apoyados por sus simpatizantes, entre los cuales había soldados en activo,invadieron el campo de Sde Teiman para tratar de impedirlo, reclamando que los combatientes israelíes son héroes que deben recibir todo el apoyo, no ser interrogados por crímenes sin relevancia.
Médicos cómplices
Bajo una figura llamada “detención administrativa”, autoridades israelíes pueden detener a cualquier palestino sin cargos ni juicio, por el tiempo que estimen necesario. Desde el 7 de octubre, miles de personas provenientes de Gaza, de Cisjordania y de Jerusalén Oriental han pasado por esta situación. Hacia el 20 de julio, el Club de Prisioneros Palestinos estimaba en 9 mil 700 la cantidad de detenidos solo en ese momento.
Esta medida fue reforzada con una ley aprobada en diciembre que le permite al ejército retener hasta por 45 días -antes de entregarlos al servicio de prisiones- a los que llama “combatientes ilegales” aunque no hayan sido detenidos o vistos empleando armas o resistiendo ante los militares. Los más de 200 internos de Sde Teiman fueron capturados bajo esta norma.
El 27 de marzo, el diario israelí Haaretz reveló que 27 detenidos habían muerto durante interrogatorios en Sde Teiman y en otro de estos campos de detención, Anatot. El New York Times encontró que murieron 36 solo en el primer sitio (en comparación, en Guantánamo fallecieron 9 a lo largo de dos décadas). hubo Y el 4 de abril, Haaretz publicó el testimonio de un médico que estuvo en la clínica de campaña del primer centro y no pudo contener su horror: envió cartas a los ministros de Defensa y de Salud, y al fiscal general en las que denunció que todos los pacientes están permanentemente esposados por las cuatro extremidades a una cama, con los ojos vendados y pañales porque no les permiten ir al baño. Para alimentarlos, les pasan líquidos con un popote. Más de la mitad de ellos están ahí precisamente por las lesiones que les hacen las esposas de plástico: "Esta misma semana, les amputaron las piernas a dos prisioneros debido a heridas causadas por las esposas, lo que desafortunadamente es algo habitual”.

El denunciante concluyó: "Esto nos convierte a todos nosotros –los equipos médicos y ustedes, nuestros responsables en los ministerios de Salud y Defensa– en cómplices de la violación de la ley israelí, y quizás peor para mí como médico, en la violación de mi compromiso básico con los pacientes, dondequiera que estén, como juré cuando me gradué hace 20 años".
Por su parte, el New York Times corroboró un informe previo de Médicos por los Derechos Humanos que indicó que a los doctores del centro les ordenaron no firmar documentos oficiales ni usar sus nombres al hablar en presencia de pacientes, por temor a ser identificados más tarde y acusados de crímenes de guerra en la Corte Penal Internacional.
Nos veían como animales
En mayo, la audiencia estadounidense de la cadena CNN conoció el infierno de Sde Teiman a través de tres empleados del campo que anónimamente contaron qué ocurre ya no en la clínica, sino en el área de detención: los mantienen durante períodos prolongados con los ojos vendados en posiciones sumamente incómodas, los encierran en pequeñas jaulas, los golpean y los insultan.
“Un hedor pútrido llenó el aire y la habitación vibraba con los murmullos de los hombres, dijo a CNN el israelí que estaba en las instalaciones. Impedidos de hablar entre ellos, los detenidos murmuraban para sí mismos”, dice el reportaje. Los trabajadores “pintan una imagen de instalaciones donde los médicos a veces amputaban miembros de los prisioneros debido a heridas sufridas por el constante esposamiento; de procedimientos médicos a veces realizados por médicos poco calificados, generando la reputación de que el sitio es ‘un paraíso para los internos’; y donde el aire está lleno del olor de heridas desatendidas que se dejan pudrir”.
"Los despojaron de todo lo que se pareciera a seres humanos", dijo uno de los denunciantes, un médico. “No les dieron (las golpizas) para obtener información de inteligencia. Fueron por venganza”.
Para verificar, CNN entrevistó a una docena de antiguos internos de esos campos de detención, y sus declaraciones confirmaron las denuncias. Varios de ellos son médicos que fueron capturados en los hospitales en los que trabajaban cuando los tomaron las fuerzas israelíes.
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Uno de ellos, el doctor Mohammed al-Ran, quien era el jefe de la unidad de cirugía del Hospital Indonesio, en el norte de Gaza, pasó 44 días en arresto: “Parte de mi tortura era poder ver cómo torturaban a la gente”, dijo. “Al principio no podías ver. No podías ver la tortura, la venganza, la opresión. Cuando me quitaron la venda de los ojos, pude ver el alcance de la humillación y la degradación… Pude ver hasta qué punto nos veían no como seres humanos sino como animales”.
Según el texto de CNN, Al Ran y otro testigo coincidieron en describir un registro rutinario en el que los guardias lanzaban una granada de ruido y soltaban perros grandes contra los detenidos dormidos, mientras las tropas irrumpían. Al Ran lo llamó “la tortura nocturna”. “Mientras estábamos esposados, soltaban a los perros que se movían entre nosotros y nos pisoteaban”, recordó. “Estabas tumbado boca abajo, con la cara pegada al suelo. No te podías mover y ellos se movían por encima de ti”.
“Lloramos y lloramos y lloramos. Lloramos por nosotros mismos, lloramos por nuestra nación, lloramos por nuestra comunidad, lloramos por nuestros seres queridos. Llorábamos por todo lo que se nos pasaba por la cabeza”.
Peor que Abu Ghraib y Guantánamo
Palestino con ciudadanía israelí, el abogado Khaled Mahajneh logró entrar a Sde Teiman en busca de Mohammed Arab, un reportero de Al Araby TV que había desaparecido en marzo, mientras cubría el asedio israelí al Hospital al Shifa, que solía ser el más grande de Gaza. Acostumbrado a visitar a presos políticos palestinos, se quedó impresionando por la condiciones del campo, pues no era “nada que hubiera visto antes”, declaró a la revista digital +972.
El periodista fue traído encapuchado y confundido. No tenía idea de dónde lo habían mantenido durante cien días: estaba casi irreconocible, su rostro, cabello y color de piel habían cambiado y estaba cubierto de tierra y excrementos de paloma. No se había cambiado de ropa durante casi dos meses y solo se le permitió ponerse otro pantalón por primera vez ese día debido a la visita del abogado.
En lo que le dijo al abogado, destaca que los guardias israelíes agredieron sexualmente a seis prisioneros con un palo delante de los demás detenidos. “Cuando habló de violaciones, le pregunté: ‘Mohammed, eres periodista, ¿estás seguro de esto?’”, contó Mahajneh. “Pero él dijo que lo vio con sus propios ojos y que lo que me estaba contando era solo una pequeña parte de lo que estaba sucediendo allí”.
Otros sobrevivientes le dijeron al New York Times que la penetración anal con tubos metálicos y atar a los detenidos en sillas que les producen choques eléctricos son formas regulares de tortura.
A Khaled Mahajneh solo le permitieron hablar 45 minutos con el reportero. No ha vuelto a saber de él: “¿Lo atacaron? ¿Lo mataron? Pienso en él todo el tiempo”.
Concluyó: “La situación ahí es más horrible que todo lo que hemos oído de Abu Ghraib y Guantánamo”.
La justificación de la brutalidad
La invasión de Sde Teiman por simpatizantes de los soldados que serían sometidos a interrogatorio, bajo sospecha de haber cometido abusos graves contra uno de los detenidos, ha causado un escándalo en Israel. En tiempos de guerra, algunos políticos denuncian el peligro de esta rebelión dentro del ejército. “Irrumpir en una base militar y alterar el orden es un comportamiento grave que no es aceptable de ninguna manera”, dijo el teniente general Herzi Halevi. El líder de la oposición, Yair Lapid, sostuvo que el ataque de la turba fue un “intento de golpe de una milicia armada contra un primer ministro débil que es incapaz de controlar su gobierno”.

Pero dos aliados clave del primer ministro Netanyahu, los ministros ultraderechistas Itamar Ben Gvir, de Seguridad Nacional, y Bezalel Smotrich, de Finanzas, de inmediato exigieron la liberación de los nueve soldados detenidos, a los que llamaron “guerreros heroicos”. “Nuestros soldados no son criminales, y esta despreciable persecución de nuestros soldados es inaceptable para mí”, reclamó el presidente del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa del Knesset (parlamento), Yuli Edelstein. El ministro de Justicia, Yariv Levin, se declaró "conmocionado al ver esas duras imágenes de soldados arrestados".
En este video, el parlamentario de la coalición gobernante Hanoch Milwidsky se manifiesta contra el castigo a los soldados sospechosos de violaciones. Hacia el final, el político palestino Ahmad Tibi le pregunta si le parece correcto meter un palo en el recto de una persona. Milwidsky grita que todo es legítimo, todo.
¿Qué se dijo sobre lo que todo esto revela de crímenes contra la humanidad cometidos regularmente en los centros de detención del ejército de Israel?
Muy pocas voces en Israel se preocuparon por ello. Solo algunas provenientes de un sector de la sociedad que ha sido duramente atacado y marginado, el de la izquierda favorable al diálogo y la paz.
“Decenas de detenidos muertos; restricciones indefinidas que resultan en amputaciones; procedimientos médicos sin anestesia; privación del sueño; palizas brutales; tortura sexual”, denunció Shovrim Shtika (Rompiendo el Silencio), una organización de veteranos del ejército que revela los crímenes que este comete. Los manifestantes que invadieron Sde Teiman, sostuvo, estaban “esencialmente emitiendo un respaldo total al abuso inimaginablemente brutal contra los palestinos”.
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