Los 3 sionistas que montaron el desplegado contra el Colegio de México
La Universidad Hebrea despoja y reprime a palestinos, censura a profesores, está militarizada y tiene programas de espionaje militar
Aviso: El grupo Academicxs con Palestina publicará en los próximos días una carta de apoyo a la decisión de El Colegio de México de suspender su acuerdo con la Universidad Hebrea de Jerusalén. Síguelo aquí.
Nos vemos en la FIL de Guadalajara
Este lunes 25, cuando yo estaba en Beirut cubriendo la matanza de civiles libaneses que llevaban a cabo las fuerzas israelíes, un grupo de personas publicó un desplegado que critica que El Colegio de México haya suspendido indefinidamente su acuerdo de colaboración con la Universidad Hebrea de Jerusalén (leo ese texto y escribo tres días más tarde).
Señala que “un boicot académico dicotomiza la realidad, se adhiere a una narrativa unilateral y atenta contra la libertad de pensar, disentir y cuestionar”. Considera que “la Academia (…) está obligada a escuchar y analizar distintos puntos de vista a fin de fomentar el pensamiento crítico” y advierte que “al excluir este necesario debate de ideas” y “constreñirse a una visión parcial que enmudece de manera contradictoria el diálogo israelí-palestino que se lleva a cabo en las aulas, la Academia niega su propia esencia”.
Concluye recordándonos que “cuando priva una creciente y preocupante polarización, el intercambio resulta esencial para mantener una comunidad académica abierta, propositiva y global” y es necesaria “esa apertura al conocimiento sin fronteras” que es “la genuina expresión de la paz”.
Los valores a los que apelan los firmantes son muy altos y deseables, en la dimensión del deber ser. Son fundamentales en el ideal común de la universidad, del debate honesto, responsable, constructivo y plural que debería darse en ese ámbito, por contraste con lo mundano de la vida real.
El problema es que la Academia, con esa A mayúscula que emplean para enfatizar la abstracción, no habita ni el deber ser ni escapa a lo mundano, y evidentemente no puede ser abstracta.
Esta carta tan elevada en su idealismo engaña porque evade deliberadamente referir lo que está pasando en la vida real, a pesar de que es de lo más terrible que nos ha tocado conocer en nuestra existencia, así como esconde que las universidades juegan un papel instrumental en los eventos políticos, económicos y sociales.
No existe nada de lo que pretenden defender, impoluto, aséptico, “Académico”.
Menos en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Y menos aún en el contexto que vivimos, de escandalosa hipocresía nada menos que ante un genocidio, que para ellos no requiere ni una mención: como si todo ocurriera en el vacío.
Los neutrales que son todo menos neutrales
De entrada, quisiera señalar una obviedad que debieron haber observado las personas invitadas a firmar: la neutralidad del texto es una simulación. Es una de sus mentiras: no fue redactado por figuras ajenas al conflicto, interesadas solamente en proteger los valores de la Academia; ni fue debatido por académicas y académicos que difieren en sus posturas políticas, desde las cercanías del sionismo y desde las proximidades de la liberación de Palestina, que convergen en la preocupación por el daño al ágora compartido.
Pues no. Nadie ahí representa puntos de vista contrarios o por lo menos distintos del sionismo. Las tres personas que firman como responsables de la publicación (asumimos que también convocaron y redactaron) pertenecen a solo uno de los campos, el sionista. Ahí han militado desde mucho antes del 7 de Octubre.
Veamos:
Judit Bokser Liwerantes, licenciada y maestra por la misma Universidad Hebrea de Jerusalén, de la que sigue formando parte como profesora visitante distinguida, fue presidenta de la Asociación para el Estudio Científico Social del Judaísmo, entre muchos otros títulos relacionados al estudio del mismo.
En su opinión, “definir al movimiento nacional judío como un ‘proyecto colonial y expansionista’, referir a la creación del Estado de Israel como resultado de un proyecto de masacres, asesinatos y destrucción es continuar alentando narrativas históricas de negación y rechazo”, por lo que pide “un abordaje responsable” del sionismo, que “no fue un proyecto colonialista de despojo; surgió como opción de definición de la vida judía”. Para ella, esta ideología no tiene responsabilidad en el conflicto, pues “el rechazo a descubrir la dimensión de movimiento nacional del sionismo por parte del mundo árabe y palestino, su percepción como movimiento colonialista de expansión y el no reconocimiento como sociedad y Estado han conducido a sucesivos fracasos de opciones políticas”.
Silvia Cherem ha tomado un papel muy visible en el cierre de filas en defensa del gobierno de Israel en México. Recientemente publicó en Penguin Random House (cuyo director general en México es Roberto Banchik, uno de los firmantes) el libro titulado “Por nuestras libertades (antes de que sea demasiado tarde)”, una versión local del argumento de la hasbará (propaganda pro-gobierno de Israel) de que Israel está en la primera línea de defensa contra el terrorismo islamista que se nos viene encima para destruir todo lo que amamos, y que las guerras del sionismo son un sacrificio en defensa de la civilización que les deberíamos agradecer, en lugar de mostrarnos tan ingratos. En la sinopsis que difunde la casa editorial se afirma que “estas páginas transparentan (…) la violencia de quienes, con desconocimiento o mala fe, se manifiestan contra Israel y los judíos con un antisemitismo permisivo y mordaz”, mientras “están en juego las libertades y los valores democráticos de Occidente”.
Dan ganas de pedirles disculpas.
Mario Ojeda Revah es un tuitero de pocos caracteres pero profuso en retweets, como uno en el que de plano, como castigo por cortar vínculos con la Universidad Hebrea, se plantea dañar al mismo Colegio de México por el que Ojeda Revah expresa tanta preocupación.
También comparte que “cuando la ONU dedica una cantidad desproporcionada de tiempo a condenar a Israel, reduce la presión sobre los regímenes despóticos que están cometiendo crímenes horribles contra su propio pueblo”… o sea que debería voltear a otro lado y dejar que Israel cometa sin mirones sus crímenes horribles contra otro pueblo.
En resumen: las personas que firmaron de buena fe, pensando que el objetivo fundamental era una neutral defensa de los más altos valores de la Academia, se podrán dar cuenta ahora de que no fueron invitadas por gente que tiene como prioridad los más altos valores de la Academia, pues su agenda es ideológica y política, jamás neutral.
Tu empatía, ¿es humana o es racista?
Antes de entrar al texto, quisiera adelantarme a objeciones que van a poner y que se repiten todo el tiempo. Son las de cajón, las de la réplica automática y multiusos. Como esta de Ojeda Revah contra Ariel Rodríguez Kuri (de la que no sé si se enteró porque Ojeda se dirige a él sin etiquetarlo).
Y por supuesto, no va a faltar el insulto de rigor, el de antisemita: ese recurso con el cual vacían la palabra de contenido, haciéndoles el favor a los verdaderos antisemitas de encubrirlos bajo la multitud que no lo es.
Es lo de todos los días. No suelo responder a acusaciones frívolas pero una réplica que sí hice, no por quienes la hacían -no los conozco- sino por las tribunas que les obsequiaron -la revista Letras Libres y el portal Enlace Judío-, me sirvió para desmontar de una vez y por todas los teatros que fabrican.
¿Antisemita? No. Y no voy a decir que porque tengo amigos judíos (los tengo, por supuesto, muchos y algunos muy queridos). Sino porque he narrado las luchas de judíos israelíes que han asumido conciencia y responsabilidad, en las colinas de Cisjordania, en defensa de víctimas palestinas. Y he presentado numerosos argumentos públicos contra las generalizaciones sobre los judíos, que degeneran en racismo.
¿Me echará en cara que no menciono a los 1,300 asesinados? Pues no, porque no fueron 1,300. Ojeda Revah no cuida sus datos. Las cifras oficiales del gobierno israelí no se han consolidado aún pero están en alrededor de 1200. Personalmente, he conversado con los familiares de los rehenes en Tel Aviv y escribí desde los kibbutzim atacados.
¿Ojeda Revah o alguno de los convocantes ha estado con las víctimas palestinas, ha visitado sus aldeas acosadas o sus ciudades bombardeadas, y escrito y publicado sobre su dolor? Claro que no.
Cuando alguien les recuerda el genocidio, las 44 mil personas asesinadas hasta ahora, reclaman que no se habla de los 1,200 que mató Hamás (aunque muchos fueron muertos por tropas israelíes, como ya se reconoce) ni de los 250 rehenes. Pero yo sí me preocupo por estos y por aquellos. Mi empatía no se activa por colores de piel. La de ellos, sí, es selectiva porque es fundamentalmente racista.
Las ligas que sustentan mis afirmaciones están en la réplica que publicaron, por obligación legal, Letras Libres y Enlace Judío, que está aquí y también aquí.
Desde su alta torre, hacen como que no saben qué pasa en la tierra
El documento contra el Colegio de México sirve a aquellos que critican a la Academia como una torre de marfil: ¿de qué están hablando estas personas, que se colocan por encima del mundo?
-Hay un genocidio en Gaza, un apartheid en Cisjordania, una invasión a Líbano (en ese momento)… ¿y no entra nada de esto en su reflexión?
-El alto tribunal más importante de la humanidad, la Corte Internacional de Justicia, valoró las evidencias presentadas por Sudáfrica y consideró que aportan indicios suficientes para creer que el Estado de Israel comete genocidio, por lo que decidió someterlo a juicio por ello. Así como engañan con esta carta, han tratado de manipular la información, aprovechando que los procedimientos judiciales internacionales son muy largos, para confundir pero Israel está a juicio por genocidio, y de hecho parece muy interesado en aportar pruebas y más pruebas en su propia contra: será sentenciado como estado genocida… ¿y no entra nada de esto en su reflexión?
-De hecho, México se ha hecho parte de la demanda sudafricana contra Israel. Es decir: México acusa a Israel por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia. Entérense. ¿Y no entra nada de esto en su reflexión?
-Sobre el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, pesa una orden de aprehensión por crímenes contra la humanidad emitida por otro alto tribunal, la Corte Penal Internacional… ¿y no entra nada de esto en su reflexión?
No, desde las ventanas de esa torre, tan altas que ni la cabellera de Rapunzel llega al piso, dictaminan los valores de la Academia que están en peligro si la vida real los toca.
Es otra mentira porque la Academia, aquí y en China y por supuesto en Israel, es funcional para los sistemas políticos y económicos, no existe en un limbo ajeno a ellos.
Y si de ninguna institución académica se puede decir con honestidad que está más allá de las cosas humanas (o de la sucia política, si evitamos eufemismos), esto es particularmente cierto para la Universidad Hebrea de Jerusalén, cómplice histórica del despojo, la ocupación y la represión.
La violencia que ocultan
Revisemos el libro “Towers of Ivory and Steel. How Israel Universities Deny Palestinian Freedom” (Torres de marfil y acero. Cómo las universidades israelíes niegan la libertad palestina), de la doctora en antropología Maya Wind, académica de la Universidad de Columbia Británica y de la Universidad de California en Riverside.
Wind describe la Universidad Hebrea de Jerusalén (UHJ) como “un pilar del colonialismo israelí” que “ha jugado un papel crucial en la ocupación israelí de Jerusalén Oriental”, la parte de la ciudad que Israel pretende anexarse, despojando a los palestinos a quienes pertenece, según la legislación internacional.
Esa escuela está tan ligada a las invasiones israelíes en que en junio de 1967, apenas dos semanas después de la conquista militar de los territorios palestinos, celebró una ceremonia en su anfiteatro en el Monte Scopus -en Jerusalén Oriental- para otorgarle un doctorado honoris causa al entonces jefe del Estado Mayor, Yitzhak Rabin, agradeciéndole haber “devuelto la totalidad de Jerusalén al estado de Israel y el Monte Scopus a la Universidad Hebrea”. En respuesta, “Rabin elogió a la universidad en nombre del ejército israelí por la oportunidad de estar en el Monte Scopus con la vista hacia ‘nuestra capital eterna’”.
Días después, en otro festejo, el comandante militar del Monte Scopus, el teniente coronel Menachem Sherfman, otorgó al presidente de la universidad la “Condecoración de la Guerra de los Seis Días” por la contribución de la UHJ al esfuerzo bélico israelí.
Para consolidar la anexión de Jerusalén Oriental, el gobierno israelí se propuso crear “hechos sobre el terreno” que avanzaran la “judaización” (o sea, la despalestinización) de la ciudad, y la UHJ fue uno de sus principales arietes.
El campus del Monte Scopus “naturalizó el desarrollo de nuevos asentamientos judíos en tierras palestinas expropiadas, que conectaban la universidad con el centro de la ciudad de Jerusalén Occidental”, escribe Wind. “El comité de planificación de rehabilitación designado por el senado de la universidad, creado apenas un día después del alto el fuego, argumentó de manera similar que, tanto desde una perspectiva universitaria como nacional, la expropiación de tierras palestinas para el nuevo campus estaba justificada, a pesar de que violaba claramente el derecho internacional. El comité se hizo eco de la retórica del gobierno, afirmando que “el espacio vacío en el Monte Scopus y sus alrededores debe llenarse. Si no lo llenamos nosotros, alguien más lo hará”. El comité reconoció que la expansión del campus implicaría la expropiación de tierras, lo que requeriría una ‘intervención estatal’ para apoderarse de la ‘tierra potencialmente disponible’ de la aldea palestina de Issawiyeh, ubicada en las laderas del Monte Scopus y justo debajo del campus”.
La UHJ, tan neutralmente académica, ha usurpado el 90% de las tierras de la aldea de Issawiyeh.
Sus habitantes han sostenido una larga lucha contra el despojo, por lo que las autoridades israelíes los han categorizado como “extremistas”, haciéndolos objeto de medidas punitivas y represión violenta, escribe Wind: “En sus calles y hogares, los residentes han enfrentado invasiones regulares de las fuerzas de seguridad israelíes; arrestos masivos y arbitrarios de residentes, incluidos niños; y un uso particularmente intenso de gases lacrimógenos y otras armas para dispersar manifestaciones, lo que ha causado varias muertes palestinas y docenas de heridos graves”.
Nada de esto se queda en el pasado. De hecho, las agresiones se han intensificado desde 2019, con redadas rutinarias, emboscadas, bloqueos de carreteras y cierres aleatorios de calles principales durante el día, haciendo sonar los altavoces de las patrullas por la noche, vigilancia con drones, presión de policías antimotines con armas desenfundadas, detención de vehículos con multas elevadas por infracciones menores, arrestos sistemáticos de decenas de residentes, ataques repetidos y violentos contra los principales activistas, amenazas de demoliciones punitivas de sus hogares y redadas con agentes armados y perros en las casas a mitad de la noche.
¿Podría ser que toda esta violencia se practique sin conocimiento, o por lo menos sin la aprobación de los académicos de la UHJ, tan ocupados en su torre de marfil?
Wind explica que “la administración de la Universidad Hebrea ha colaborado durante mucho tiempo con la represión de Issawiyeh, llevada a cabo con el apoyo abrumador de sus estudiantes judíos-israelíes. Durante la última década, los presidentes de los sindicatos estudiantiles y los líderes de los grupos estudiantiles han exigido una mayor vigilancia policial del barrio. Algunos incluso utilizaron tropos racializados para alegar que los hombres palestinos representan un peligro para las mujeres judías-israelíes como base para pedir una mayor segregación y que la universidad construya un muro de separación adicional entre el campus e Issawiyeh. Ante la reciente campaña intensificada para reprimir a Issawiyeh, la administración de la Universidad Hebrea volvió a apoyar el trabajo de las fuerzas israelíes en el barrio. En diciembre de 2019, se documentó que la policía realizaba vigilancia de Issawiyeh desde lo alto de uno de los edificios del campus de la Universidad Hebrea. Estudiantes y profesores palestinos y grupos progresistas palestinos y judíos-israelíes exigieron que la Universidad Hebrea presionara para reabrir la entrada a Issawiyeh adyacente al campus y prohibiera a la policía usar su campus como mirador. En respuesta, el rector Barak Medina se negó a reconocer el papel de la institución en la ocupación de Issawiyeh, afirmando: ‘La responsabilidad de proteger la vida humana y la propiedad recae en la policía. La universidad no juega ningún papel en la determinación de los modos de acción de la policía, en Issawiyeh o en cualquier otro lugar’. Sin embargo, el propio Medina afirmó que el puesto de avanzada de la policía se llevó a cabo en coordinación con la seguridad del campus. Los miembros del comité popular de Issawiyeh fueron informados además por la policía de que la entrada de su barrio estaba de hecho cerrada a petición de la universidad, y que se reabriría si la universidad informaba a la policía de que ya no tenía una ‘necesidad de seguridad’ para el cierre”.
En enero de 2023, cuando el comité de padres de Issawiyeh se estaba reuniendo para discutir la escasez de aulas, resultado de la planificación y la política presupuestaria discriminatorias de Israel, la policía intervino para dispersarla.
La violencia israelí contra Issawiyeh es tan grave que ha llamado la atención de organizaciones como Amnistía Internacional, que ha denunciado “el castigo colectivo contra miles de personas”, e incluso de la Unión Europea, que en 2020 expresó su “preocupación” sobre los hechos que tienen lugar ahí.
El libro de Maya Wind ya no alcanzó a cubrir los hechos posteriores al 7 de Octubre de 2023 pero, como está ocurriendo en Jerusalén Oriental y Cisjordania, la represión solo ha aumentado bajo las órdenes del ministro ultraderechista de Finanzas a cargo de Cisjordania, Bezalel Smotrich.
De tal forma, concluye la autora, que “la historia de la Universidad Hebrea, la primera y principal universidad del movimiento sionista, es la historia de cómo las instituciones israelíes de educación superior fueron diseñadas para servir a la conquista territorial sionista y a la expansión de los asentamientos judíos en la Palestina histórica”.
La Academia ni es neutral ni puede ignorar los grandes crímenes
Los tres responsables de la publicación afirman que “en la UHJ, con la que el Colmex busca suspender el diálogo, los estudiantes judíos conviven con alumnos y maestros musulmanes y cristianos, alimentando la diversidad”.
¿De veras? ¿Tendrían Bokser, Cherem y Ojeda, o alguno de sus abajofirmantes, el valor de decirles esto a los alumnos y maestros palestinos de la UHJ?
Por ejemplo, a Nadera Shalhoub-Kevorkian, una profesora de 64 años que firmó un desplegado de académicos de todo el mundo que pidió un cese al fuego y alto al genocidio, por lo que en marzo de 2024 fue suspendida por la UHJ y luego arrestada por “incitación al terrorismo”, un cargo por el que puede ser condenada a cinco años de prisión (no me crean, léanlo en el New York Times, al que declaró: “He sido perseguida y difamada, mi producción académica de conocimiento aplastada y mi casa y hasta mi propio dormitorio invadido”).
O a los estudiantes, que en 2020 hicieron un movimiento para oponerse a la militarización del campus, que los hace tener que estudiar y trabajar bajo el miedo.
En la segunda mitad de este video, denuncian que muchos soldados asisten a la universidad; que los palestinos son expulsados de los dormitorios para entregárselos a judíos israelíes; y lo más graves, que francotiradores se colocan en las azoteas para disparar contra los manifestantes de Issawiyeh.
La universidad que en el desplegado presentan de manera tan apegada a los altos valores académicos, se dedica a formar espías, a los mismos que infiltran las comunidades palestinas para destruir las organizaciones de la resistencia y secuestrar a activistas que luego son torturados y asesinados.
Esa es la institución con la que El Colegio de México rompe su acuerdo.
El video señala un programa de entrenamiento de espionaje en la UHJ, que prepara a los estudiantes para incorporarse a unidad de inteligencia militar.
¿Serán fantasías de estudiantes radicalizados?
No. Es un proyecto público y la oposición a él ha sido incluso cubierta por la prensa israelí, como reporta esta nota de la Jewish Telegraphic Agency.
¿De veras creen que el papel de la Academia es fingir que los mayores crímenes no están ocurriendo?
Los firmantes sionistas no creen eso, en realidad. Quieren desmovilizar a la oposición al genocidio, tratando de convencer a otros de que son muy neutrales y de que el pensamiento debe quedarse en su torre iluminando la inmortalidad del cangrejo o, como se dice que hacían los bizantinos mientras Mehmet II derribaba sus murallas, debatiendo cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler.
Es mentira. La UHJ es parte activa de la violencia y la academia o la Academia lo debe reconocer y combatir porque, como dijo Shirin Hamad, una estudiante palestina de esa misma universidad, “la academia también necesita luchar contra la ocupación”.
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Nota sobre las tierras usurpadas por la UHJ
La UHJ ha sido objeto de denuncias de académicos por ocupar tierras palestinas, a las que replica con el argumento de que ya eran suyas desde antes de la ocupación. Esto es lo que le respondieron:
Si bien somos conscientes de que los edificios originales de la Universidad Hebrea están ubicados en el área que fue designada en 1948 como la ‘Zona Desmilitarizada’, cuyo estatus es controvertido, la Universidad se ha expandido significativamente desde la ocupación de 1967, y partes significativas de ella se encuentran más allá de la línea de la ‘Zona Desmilitarizada’ y están en el territorio palestino ocupado.
Después de 1967, el gobierno israelí confiscó los terrenos que rodean la Universidad Hebrea y el hospital Hadassah, y UHJ emprendió planes de expansión a gran escala. La expansión se extendió más allá de la “Zona Desmilitarizada” e incluyó tierras palestinas privadas. En la actualidad, importantes áreas de la Universidad Hebrea se encuentran en el área palestina ocupada y son, en efecto, colonias. Las áreas están marcadas con la línea negra en el mapa que figura a continuación (la línea roja es la Zona Desmilitarizada) e incluyen: parte de los dormitorios Maiersdorf, todos los dormitorios Alan Bronfman, la Villa de Estudiantes, el Complejo Deportivo Cubierto de la Familia Lerner y las Canchas de Tenis Gilbert.
Aportan muchos más detalles en esta página, en el texto que viene después de las firmas.